“YO SIEMPRE HINCHO PARA LOS CLUBES DE BARRIO”

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Marcelo “Rulo”  Roberto, un símbolo de Pinocho.

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A los 50 años, Marcelo Roberto no tiene más su enrulada cabellera. El pelo bien corto la ha sustituido hace un tiempo largo. Sin embargo, en esta institución de Villa Urquiza para todos sigue siendo el Rulo. Casos como el suyo, a menudo se ven en los clubes de barrio: llegaron desde muy pequeños y ya nunca se alejaron. En el camino, se desenvolvieron en múltiples posiciones. El Rulo, fue jugador y entrenador de básquet; lo mismo ocurrió en el fútbol.  Y desde hace poco, se desempeña en tareas dirigenciales. “Estoy en la comisión directiva, ayudando a la nueva dirigencia, que llegó después de que Carlinga (Carlos Mango, el anterior presidente) decidiera retirarse. Agarró gente del club y yo ayudo en lo que puedo, sobre todo en el fútbol, que es mi tema”, indica Roberto. Luego agrega: “Este año no tuvimos un gran torneo de futsal. Hicimos cambios en la dirección técnica y además hay clubes como Boca o San Lorenzo que se volvieron muy competitivos. Nosotros terminamos octavos. Si bien Pinocho no está acostumbrado a esa posición, el balance no es negativo. En los playoffs nos cruzamos con un Boca que fue el mejor del torneo y llegamos hasta la primera fase”.

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Dos etapas en su carrera futbolística. Como jugador del equipo que salió campeón de Segunda División de Futsal AFA, en 2001. Arriba, como DT, con su colega César González (2008).

-Jugador, técnico, dirigente… ¿Dónde te sentiste mejor?
-Yo me siento cómodo en el club. Esta es mi segunda casa. Como jugador, empecé en básquet y cuando pusieron el fútbol al club le dio un salto de calidad enorme.  Lo que más me gratificó es haber sido técnico de futsal. No sólo en primera, en las inferiores me sentí muy querido por los chicos. Y después de haber salido campeón con la primera, más no puedo pedir. Máxime en un año como el 2008, donde hubo que poner el pecho porque varios jugadores se habían ido. Carlinga propuso que yo agarrara y nos fue bien. Como hombre del club resulta muy gratificante que te reconozcan el laburo y que los chicos estén de acuerdo con lo que hiciste. Hace rato que dejé, pero hay gente que me sigue diciendo: “Fuiste el mejor técnico que tuve”.  Como eso resumo todo lo lindo que ha sido para mí ser técnico.
-¿Por qué te retiraste?
-Es bastante complejo el tema. Fue una decisión mía. Yo entendía que estaba de paso en la primera. Facundo Ruscica (el técnico anterior) era mi amigo y se iba… Yo no quería dejarle a nadie todo eso que había armado él, por eso decidí agarrar. Pero antes había aclarado que sería sólo por un año, y que mientras fueran buscando a alguien para cuando yo me fuera. Para mí era una gran responsabilidad porque además tenía otro trabajo y todo me demandaba mucho tiempo. Después salimos campeones invictos, pero yo ya había tomado la decisión y cumplí. Volví a las inferiores para dirigir quinta y cuarta.
-¿Cómo es tu historia en Pinocho?
-Vivo a diez cuadras del club. Vengo desde los ocho años. Y mientras la puerta del club esté abierta, lo seguiré haciendo. Acá tengo mis amigos de siempre. Sin este club yo no sería el tan conocido Rulo de Pinocho. Estoy tan gratificado que lo único que podía  hacer era responderle así. Y ahora que soy directivo, colaboro para que estemos bien, para que seamos competitivos. En aquel momento formé parte de una legión dorada, porque el futsal estaba lleno de cracks. Pero si no hubiéramos ganado nada para mí el amor sería el mismo. Yo miro voley, basquet… lo que sea. Pinocho es mi vida.

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En el buffet del club, rodeado de amigos.

-¿Qué podés contar de tu etapa como jugador?
-Yo arranqué con ocho años, jugando al básquet. En la década del 80 vino el baby fútbol y me pasé ahí. Mucho más adelante Jorge Maldonado trajo el futsal de AFA e integré ese equipo, que armamos como pudimos. Yo ya era veterano, tenía 32 años. El Ruso Giampetruzzi tenía 38… Más adelante surgió la camada de Mauro Riente, Seba Corazza… Ahí empezamos a ganar algunos partidos, hasta que se armó ese plantel del 2001 que arrasó en la B… Ya estaban Santi Elías, el Pipi Ruscica. Seguí un par de años en la A y decidí dejarle el lugar a gente más joven. Ya me costaba venir a entrenar. Me dediqué a dirigir las inferiores. Tuve la suerte de ser campeón en octava, sexta, quinta, cuarta y tercera, al margen de lo conseguido en primera.
-¿Te gustó dirigir inferiores?
Me encantó ser profe de los chiquitos. Eran pibes que en su momento tenían 10 u 11 años y hoy, con 27 te siguen saludando. Para mí eso es hermoso. Algún día quisiera volver, pero por ahora hice un impasse grande. Si estoy me gusta que sea al mil por mil, y todavía no tengo esas ganas. Pero esperemos que algún día se pueda dar.
-¿Cómo está Pinocho en general?
-Lo veo bien en todo sentido. En la parte social ha crecido. En el futsal hay muchos equipos que se han metido a competir en serio, y para un club de barrio, hacerlo a la par implicaría un costo que no se puede pagar. Esto ya es un deporte profesional. Pero desde la época de Carlinga Pinocho es una institución que ha crecido. Por ahí me encuentro con gente que me dice: “Che, pero desde afuera parece otra cosa”. Ojalá siempre podamos tenerlo así: limpio, prolijo, y destacándose en lo social y lo deportivo. Yo le estoy agradecido a todas las dirigencias que pasaron porque sin ellos seria imposible que esto estuviera lo bien que está, por más que uno siempre espera mejorar.
-¿Qué sentís que te ha dado Pinocho?
-Afecto, compañerismo, amistad. En un club grande por ahí sos uno más. Por eso, cuando les toca enfrentarse, yo siempre hincho para el club de barrio.

 

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