CSD Villa Luro: Fierros en miniatura

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Casas bajas, frentes antiguos, calles adoquinadas. El paisaje de Villa Luro es apto para una escenografía de valsecito criollo. Entre las casas bajas se destaca una beige, de estilo italiano. En esa casa de Bermúdez al 500 funciona el Club Social y Deportivo Villa Luro. En la entrada, un estandarte rojiverde, y al pasar asoma el buffet. A un costado, el patio y al fondo, el galpón de los pisteros.
Es una peculiaridad del Villa Luro: las competencias de autitos en miniatura. Unos pasos más y ya se respira el olor a taller. Una veintena de afiches enmarcan la pista gigante de Scalextric –de media cuadra de longitud–, trabajada al detalle con gradas, con un minipatrullero guardián y curvas luminosas para correr a oscuras. Junto con Gerardo José Raúl, coordinador de la actividad, practican varios competidores.
La mirada ajena es un lento Coyote en busca de los coches a tracción eléctrica que se mueven con la velocidad del Correcaminos. No sobra apelar a la comparación con los dibujitos animados, dada la presencia de viejos muñequitos de chocolatín Jack en cercanías de la pista. Raúl cuenta con orgullo: “Somos una veintena de hobbistas que nos divertimos. Nos ves tirados en el piso pendientes de cada curva como cuando éramos pibes”. Esta historia de fierros en miniatura empezó hace cinco años, en cambio la del club se cuenta por décadas. Todo empezó el 14 de febrero de 1927. Fútbol y bailes fueron insignia desde aquellos comienzos.
El presidente del club, Juan Carlos Tamagno, recuerda que Leo Dan se ganaba los suspiros de las chicas desde el escenario, para desgracia de la muchachada masculina. El viernes es el día de concurrencia fuerte, cuando las parrilladas convocan a la gente del barrio, la barra del Centro de Jubilados y Pensionados 7 de Junio, la comisión directiva y los pisteros. El movimiento se refuerza los martes y jueves con clases de artes marciales –kempo y karate chino–, donde los chicos del barrio practican figuras, desplazamientos y contraataques. Al caer el día, los integrantes del centro de jubilados disputan la última partida de truco mientras en el club conviven la disciplina del kempo y la pasión fierrera de los que quieren volver a la infancia.

Dirección: Bermúdez 526.

(*) Nota realizada por Juan Manuel Castro en su extensa recorrida por los clubes de barrio.

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