TIERNA INFANCIA

Washington_Ugarte

Washington y Manuel Ugarte.

De chico, vivía en la esquina de Washington y Manuel Ugarte, a pocos metros de la estación Coghlan, en la Ciudad de Buenos Aires. La escuela primaria la hice en el Pablo Pizzurno, de Monroe y Avenida del Tejar (actualmente Ricardo Balbín) y el secundario, en la escuela técnica República Francesa, también conocida como “el Cuba”, ya que estaba ubicada sobre esta calle, en le barrio de Belgrano.

Pero mis mejores recuerdos de la infancia están vinculados a las salidas en familia. No tendría más de ocho o nueve años cuando los domingos, mis padres, mi hermana y yo, íbamos a un predio del Sindicato de Empleados de Comercio, en la localidad de Benavídez. Allá nos encontrábamos con más parientes y amigos. Llegábamos antes del mediodía. Nos instalábamos en los quinchos y los hombres del grupo, casi sin pérdida de tiempo, ponían manos a la obra con el asado, que era una costumbre dominguera casi obligada. Los chicos, tanto a esa hora como en otros momentos del día,  teníamos unas cuantas posibilidades de diversión: fútbol, pileta (en verano), bowling al costado de un enorme buffet, remontada de barrilete…

Los partidos de fútbol con la modalidad “dos contra dos” eran un clásico. En una canchita de tierra y postes hechos con troncos de madera jugábamos mi primo Pablito y yo, contra Darío, mi otro primo, y Javier, un amigo. Era muy lindo porque además, al lado, había canchas de tenis, y mientras nosotros hacíamos fulbito nuestros viejos le daban a la raqueta. Jugaban dobles, mi papá Ricardo (al que tanto amo y extraño) en pareja con mi tío Fredo (el papá de Pablito), contra la pareja de mi tío Roberto –papá de Darío- y Miguel –padre de Javier-.

Otros momentos inolvidables eran los viajes a al Río Paranacito, en Entre Ríos. Allá, cada tanto, nos íbamos a pescar, también en familia. Íbamos nosotros cuatro y además, Fredo, Pablito, mi tía Inés y su marido Moisés, el Negro. Con el mismo grupo de gente, prácticamente, pasamos algunos veranos en Mar de Ajó. Cómo no recordar cuando Inés, a los gritos, le pedía a Pablito que se pusiera crema. ¡Ponete el Acqualane!

Un poco más de grande, con mis padres tuvimos la posibilidad de recorrer en auto varios lugares del país. En aquellos periplos no podía faltar la vuelta a Colonia Avigdor, el pueblo entrerriano donde nació papi. Una de las tantas colonias de la Argentina donde se establecieron los denominados gauchos judíos… También solíamos ir a la ciudad de Santa Fe, a visitar a más parientes, como Susana y Noemí. ¡Qué viajecitos aquellos!

En fin, estos son algunos de los hermosos momentos vividos durante mi infancia. Agradezco haber podido escribir estas líneas a través de las cuales, sin dudas, describí sucesos que forman parte de mi esencia.

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