Pablo escribía de acuerdo a las cosas que le sucedían. Cada uno de los textos que redactaba, claramente estaban fundamentados en sus vivencias personales. Cristian, su psicoanalista, le había recomendado que así lo hiciera, cuando previamente a la cuarentena, Pablo lo visitaba los miércoles en el consultorio de la calle Manuel Ugarte. El problema de la pre-preocupación que padecía, lo preocupaba (valga la ¿doble? redundancia) y en función de esto, un día, seguramente, teniendo presente una vez más el consejo de aquel terapeuta al que hace varios meses no veía, dejó que fluyeran sus ideas y las puso por escrito de esta manera:
Si prestamos atención a la conformación de la palabra “preocuparse”, veremos que significa algo así como ocuparse antes de que las cosas sucedan. Esto no está mal, ya que frente a un problema que sabemos que se presentará, nos permite ir pensando en cómo resolverlo. Lo que en cambio, habría que tratar de no hacer, es pre-preocuparse. O sea, preocuparse antes de saber si las dificultades existirán o no.
Los especialistas, llaman a esto, trastornos de ansiedad. Mucha gente los sufre porque no logra contener el nerviosismo por un supuesto problema, un problema que quizás, nunca llegará. Cuando alguien le dedica más atención de lo normal a una dificultad que por el momento, sólo está en la propia imaginación, lo único que consigue es gastar su propia energía mental y física por culpa de una situación que no lo merece. Es cierto que a veces es fácil decirlo, y no tanto ponerlo en práctica. Pero ante un caso de ansiedad, dos buenas preguntas para formularse uno mismo son las siguientes: ¿En verdad existe el problema? Si no es así, ¿hay grandes chances de que más adelante se presente? Si para las dos preguntas la respuesta no es un SI, ¿para qué seguir con miedo, angustia, nervios, o lo que sea que nos está quitando la tranquilidad? Mejor ocupémonos del tema, recién el día en que éste se transforme en un problema. Tenerlo en cuenta, posiblemente nos ayude a controlarnos.
Un sustento bíblico:
Depositen en Él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes. (1 Pedro 5:7).
