PORTEÑOS PSICOANALIZADOS

index6

Mediados de agosto. Vivir en la Argentina se asemeja a una competencia permanente, con obstáculos a cada paso del camino. No hay respiro: cuando se vislumbra un instante se serenidad, enseguida aparece un nuevo sobresalto, otro escollo que urge esquivar en esta carrera implacable. Pero… ¿una carrera hacia dónde? ¿contra quién? Preguntas cómo esta volvía a formularse Pablo, mientras transitaba por el agitado día a día de un país al que alguna vez, escuchó que se lo calificaba como “inviable”. Pablo pensó que no era aventurado colocarle este rótulo ya no únicamente a esta nación, sino al mundo entero, que seguía debatiéndose en sus tremendas luchas intestinas, y encerrado en un laberinto sin salidas a la vista. A pesar de todo, Pablo tenía esperanzas, pero no en que el mundo mejorara, sino en un nivel que no estaba emparentado a lo terrenal. En dirección a esas cuestiones que rondaban por su cabeza, volvió a sentarse a escribir. “Saber que hay calma en medio de la tormenta”, tituló a una reflexión, cuyo cuerpo era el siguiente:

Cierto es que el mundo está en una etapa muy compleja. Con la ecología al borde del colapso, la violencia en aumento, la desigualdad social cada vez más marcada, las enfermedades que acechan y un individualismo que no cesa y hace que las cosas sigan complicándose, pareciera no haber una salida próxima ante dificultades tan grandes. Más todavía, porque la humanidad en general, continúa alejándose del Creador y el manual de instrucciones que nos proporcionó a través de Su Palabra. Sin embargo, frente a la ausencia de paz que hoy está sufriendo el planeta, aquellos que sí han confiado en Él pueden conseguir reposo y sosiego interior.

Dios nos da todos los recursos para lograrlo. En las Escrituras se encuentran las directivas y los consejos para experimentar una paz personal, que no se encuentra a nivel globalizado. Una paz que llega cuando uno admite su condición de pecador y va en busca del perdón que el Señor nos entrega gratuitamente. ¿Por qué llega la paz? Entre otras cosas, porque uno entiende que a pesar de la maldad que hay en nuestros corazones, Él nos sigue amando. ¿Por qué el perdón es gratuito? Porque hubo alguien que con su vida, ya pagó por el castigo que le hubiera correspondido a toda la humanidad.

Vivir en la sociedad de hoy no es nada simple. Pero al margen de que las dificultades también existen para el creyente, saber que la sangre de Yeshúa, el Mesías (Jesús), nos limpia de pecado ante Dios, permite que transitemos este camino con serenidad, gozo, y a la espera de un maravilloso futuro en el Cielo, como Él nos lo ha prometido a través de las Escrituras.

Un sustento bíblico:

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11.

Leave a Reply