DEPORTE PORTEÑO

1984_Zarza

«SIEMPRE LE DIGO A MI FAMILIA QUE LO INTENTÉ»

Tenía cinco años cuando llegó a Buenos Aires. Entrerriano de la localidad de Chajarí, Domingo Obispo Zarza tenía trece hermanos. Todos, al igual que sus padres, a lo largo de diferentes etapas fueron dejando su terruño para afinacarse en la Gran Ciudad. “Mingo” vivió en tres barrios de emergencia. Primero en la villa del Bajo Belgrano (Olazábal 1072), luego en la Phillips de Saavedra (donde hoy está el centro comercial Dot Baires) y por último en la de Colegiales. Vaya paradoja, a pesar del incremento de la pobreza, en la actualidad, ninguno de estos tres sitios existe más.

Aproximadamente en la fecha en la que Mingo llegó a la Capital Federal, en otro barrio muy pobre, pero del conurbano bonaerense (Villa Fiorito), nacía Diego Armando Maradona. Unos 18 años después, se encontrarían en la primera división de Argentinos Júniors. Diego ya asomaba como la gran estrella del fútbol mundial que fue. Mingo llegaba a La Paternal procedente del fútbol de ascenso, pues había sido figura de Primera C actuando para Excursionistas. Compartieron plantel por algunos meses y luego sus caminos volvieron a separarse. Maradona despegó con creces, confirmando todo lo que prometía y más aún. Zarza volvió al ascenso y en la década del Noventa dejó el fútbol. En esta nota, no obstante, casi no se hablará de Maradona y sí de Zarza, que también jugaba de “10” y aunque con menos notoriedad que su compañero en los Bichitos de La Paternal, desparramó talento por muchas canchas de la Argentina. “Yo empecé en Chacarita. Llegué hasta la tercera, me rompí los meniscos y me dejaron libre. El técnico era el Coco Basile”, dice Zarza, como para arrancar… A continuación, se resumen en algunos párrafos, varias de sus frases y opiniones:

“Después de quedar libre de Chacarita, un hombre de apellido Reta me preguntó si quería ir a Excursionistas. Firmé para el campeonato de 1976. El equipo estaba en la C. Pasaron algunas fechas y agarré la primera”.

“El 76 fue el mejor año. Había dos ascensos. Subió Armenio primero. Nosotros compartimos el segundo puesto con Argentino de Quilmes y tuvimos que desempatar en la vieja cancha de San Lorenzo. Perdimos 3 a 1. Yo hice el gol, terminó en empate y ellos ganaron en el suplementario. No pudimos coronar pero teníamos un equipazo, nos caímos a lo último, no sé cómo es que nos caímos. El 77 también fue lindo año, volvimos a pelear arriba aunque tampoco subimos”.

“En el 78 pasé a préstamo a Argentinos. Tamburrino, el técnico de Excursionistas, me comentó que también había posibilidades de ir a Vélez, Tigre y All Boys. Al estar Maradona, me decidí por Argentinos. Jugué algunos partidos pero tuve mala suerte. Cuando firmé estaba Antonio D’Accorso como DT y después lo trajeron a Victorio Spinetto, que no me conocía. El poco tiempo que jugué no anduve mal, pero no me dieron oportunidades. Cuando jugué lo hice entrando desde el banco, nunca un partido entero. Esa es la espina que me quedó. Encima me volví a lesionar de los meniscos”.

“¿Una anécdota con Diego? Yo me cambiaba al lado de él. Lo cargaba. Lo llamaba Baretta, porque era parecido al protagonista de una serie policial de la tele de ese momento. A él no le gustaba. ‘No me digas Baretta’, me repetía. Yo vivía en Colegiales. A Diego le caía bien que los dos tuviéramos el mismo origen villero. Venía muy bien empilchado. Tenía unas zapatillas Puma de terciopelo azul bárbaras. Un día me preguntó si quería unas para mí. Me dio dijo algo así que como él era Maradona, podía llegar a conseguírmelas. ‘Vos serás Maradona pero yo soy Zarza’, le contesté. Parece que no le gustó. Nunca me las trajo. Pienso que por ahí me equivoqué, porque él me lo ofreció de buena onda. Era una excelente persona y un terrible jugador. Cómo ése no hay… ¡Las cosas que hacía en los entrenamientos! Nos quedábamos pateando tiros libres. De diez que tiraba, metía doce…”

“Me fui de Argentinos porque se venció el préstamo y no me compraron. En el Metropolitano jugué poco. Para el Nacional, Spinetto ya no me citaba y yo no iba ni a ver los partidos. En parte eso pasó porque le pedí al presidente Consoli un aumento y no me lo dio. Con las devaluaciones, la plata que había arreglado a principio de año no me alcanzaba, entonces dejé de ir. En el 79 volví a Excursionistas”.

“En el 78 los militares erradicaron la villa de Colegiales. Yo vivía en un sector conocido como Villa Mitre, por Crámer y Santos Dumont. En la villa conocí a mi mujer, además llevé a mucha gente del fútbol a jugar al barrio, incluso al Loco Houseman… Cuando se supo que tendríamos que irnos, fui a hablar con Consoli, a ver si podían darme un departamento para quedarme mientras estuviera en el club. Me ofrecieron ir a una casa que estaba en otra villa, en el barrio de Lugano. No acepté. Un día vinieron las topadoras y nos trasladaron a los lugares que elegíamos para mudarnos. Me fui a lo de una hermana, a Ciudadela, cerca de donde vivo ahora”.

“En distintas etapas de mi carrera estuve muy cerca de jugar en Talleres de Escalada, Armenio y All Boys. Por diferentes razones, no se dio. En el interior también busqué oportunidades, en una época parecía Kung Fu, por como andaba por los pueblos. Donde llegué a jugar fue en Pacífico de Neuquén. La cosa terminó mal: no me pagaron más, cobré lo poco que me debían y me fui”.

“Entre 1980 y 1983 jugué en Chivilcoy, en Huracán y en Río de la Plata. Era una liga con muchos ex profesionales. Me encontré con el Mono Irusta, De Virgilio, Bernabitti… En el 84 volví a Excursionistas, con Guillermo Tuya de técnico. Con ese equipo no podíamos jugar tan mal, pero éramos muchos caciques y pocos indios. Terminamos cerca del último puesto. En el 85 asumió Urbano pero no quiso que me quedara y fui a Colegiales. Me llevó Tito Ballari. Arreglé muy buena plata. Practiqué un mes, hasta que vino Daniele como técnico y tampoco me quiso. Y justo, otra vez me lesioné la rodilla en un amistoso. Los dirigentes no se hicieron cargo de la operación. Me pagaran el mes que entrené y largué el fútbol. ‘Lo que no hice a los 20 ya no voy a hacerlo a los 29’, pensé”.

Mingo cuenta que ahora está jugando otro “partido” importante. Hace unos años le detectaron cáncer de próstata. “Estaba controlado, pero hace poco se me complicó”, agrega. A pesar de eso, su voz denota optimismo y el apasionamiento cuando recuerda su carrera, es elocuente. “Siempre le digo a mi familia que lo intenté. Jugué con el más grande, mal no la pasé. Tuve mala suerte por lo de la rodilla. Me tendría que haber quedado más en Excursionistas pero son cosas de la vida. Ahí pasé hermosos momentos y di todo”, remata.

Foto: una maniobra  de Zarza en cancha de Excursionistas, en 1984. (Revista Excursio Una Voz de Belgrano).

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