PORTEÑOS PSICOANALIZADOS

20190411_115010

Pablo se remontó mentalmente a cuando tenía menos de veinte años. Conoció entonces la letra de un tema rockero, que en una parte decía que la “industria de la diversión quebró”. Nunca comprendió muy bien lo que significaba aquella frase de la canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, ni tampoco le interesó demasiado tratar de entenderla. Pero no la olvidó y muchos años más tarde, le volvió a la memoria en momentos en que su atención se centraba en asuntos que no eran precisamente musicales. Un destello de claridad lo alcanzó, y aquellas antiguas palabras, de pronto cobraron actualidad para Pablo, que ahora estaba en medio de circunstancias personales muy diferentes.  Una vez que terminó de redactar una nueva reflexión, vio como la mencionada  “industria de la diversión” encajaba a la perfección dentro de ella.

Cuando recién salía de la adolescencia, hallé un trabajo que me agradaba. Sin embargo, cierto día mi equipo de fútbol favorito jugaba un partido importante, planee un engaño y concurrí al evento, dejando de lado mis obligaciones laborales. No tuve vergüenza del fraude que puse en práctica. Por el contrario, creo que hasta me sentí orgulloso.

Hay actividades como el fútbol, que están tan sobrevaloradas actualmente, que nos llevan a ponerlas en un nivel más alto que cuestiones esenciales como el trabajo, la familia o hasta la vida misma. A personas de carne y hueso que se destacan en determinadas disciplinas, tenemos la tendencia de elevarlas a una categoría decididamente superior, a idolatrarlas, usando como excusa –voluntaria o involuntariamente- la popularidad de la actividad que practican. El fútbol es un claro ejemplo, pero también esto sucede con bandas musicales, cantantes, artistas, etc…  Cuando el orden de prioridades se altera, algo está funcionando mal. Y para comprobarlo, qué mejor prueba que observar el estado del mundo de hoy.

La industria de la diversión tiene muy buena prensa, y desarrolla tan bien su papel, que logra reinar, colocándose por encima de todo, y sin que la gente note que está siendo sometida por ella.

Los medios de comunicación forman opinión y con la repercusión que le dan ciertos temas, son grandes responsables por alterar ese orden. El problema, es que estamos tan sumergidos en este cóctel, que no nos resulta sencillo entender cómo nos manipula la maquinaria publicitaria con la que convivimos. Puede pasar, también, que sí nos demos cuenta, pero que, ya atrapados en el sistema, nos sintamos tan cómodos, que elijamos permanecer en él.

Un sustento bíblico:  

Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre sino del mundo. 1 Juan 2:16.

Leave a Reply