ESTE ES MI BUFFET. HOY: EL TÁBANO

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En el buffet de un club se respira deporte y se percibe un clima de familia y amistad que difícilmente uno pueda hallar en otros bares y restoranes capitalinos. Desde esta sección, nos proponemos darle el lugar que se merecen.

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Club Social y Deportivo El Tábano
Rómulo S. Naón 3029 -Coghlan

Diez años hace que Roberto Cufré maneja el buffet de El Tábano. Enclavado en el corazón de Coghlan, su amplio salón es  bien conocido por la gente del barrio. Beto conoce muy bien la zona, ya que gastronómicamente hablando, comenzó su labor en un restaurante de la Avenida de los Constituyentes, cuando tenía… ¡14 años! Pasaron algunas décadas hasta que decidió mudarse, aunque nunca se alejó demasiado, sino que recaló el Kimberley (lamentablemente, uno de los tantos clubes desaparecidos) de la calle Le Bretón. Allí se hizo cargo del buffet durante otro largo período, para finalmente desembarcar en el querido vecino de la calle Naón, cuya decoración bien futbolera, es una llamada a contemplar la inmensa cantidad de fotos y trofeos antes de entreverarse en la animada charla con el concesionario. Una vez que se enciende el grabar, Beto se larga a contar. Y dice…

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“Empecé en esto hace 50 años. Hoy, tengo 64 y estoy esperando para jubilarme. Mientras tanto, trabajamos acá y nos va bien. No nos quejamos. Esto es lo que yo quería. Algo más tranquilo. Me fui de Kimberley porque estaba saturado. Terminaba los viernes muy de madrugada y los sábados a las 8 ya tenía que estar abriendo otra vez. En cambio en El Tábano es distinto”.
“Se dio la oportunidad de venir y acepté porque la actividad deportiva es más acotada. El club tiene gimnasia y acrobacia a la tarde. Para almorzar y cenar hay bastante gente, pero vienen exclusivamente a comer. Ya no tengo que madrugar ni irme demasiado tarde.  Los domingos y feriados, cerramos. Esa tranquilidad es la que necesitaba ante todo”.

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“El buffet es familiar. Lo atendemos entre mi señora, mi hijo, mi nuera y mi nieto, que si no tiene que estudiar también colabora. Entre nosotros nos entendemos bien. Al mediodía laburamos sobre todo con los empleados del barrio. Si bien unas cuantas creo que cerraron, todavía quedan algunas productoras. También hay talleres y otros que vienen con frecuencia, son los empleados de Telecom”.
“El menú es sencillo: un plato del día, ravioles, fideos, milanesa de vaca, de pollo, bife de costilla, suprema a la parrilla… Platos fríos como lengua, matambre, jamón crudo, mayonesa de ave, de atún.  Es simple. No es un restaurante. Es un buffet de club. ¿Los precios?”. Por 150 pesos, podés comer muy bien. Una milanesa con fritas para compartir, por ejemplo, sale 100. La gaseosa de litro y medio, 60. Los precios son lo que nos hacen mantener el laburo (N. de la R: la nota se realizó a mediados de enero).”

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“En gastronomía hice casi todo. En aquel restaurante de Constituyentes que ya no existe –ahora hay un Farmacity- empecé limpiando pisos, cargando la heladera, lavando copas… Fui mozo, ayudante de cocina, adicionista. En todos lados estaba. Y terminé como encargado. Menos cocinar, de todo. A un compañero que trabajaba de mozo le ofrecieron hacerse cargo del buffet de Sunderland y agarró. A los pocos meses, a mí me hablaron para ir a Kimberley. Tenía 37 años y estuve hasta los 54. Ahora tengo 64 y como te dije, estoy esperando para jubilarme”.

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Beto tiene una sonrisa amplia y se entrega a la entrevsita con buena predisposición. Cuenta, además, que vive muy cerca: en Villa Urquiza. Agrega que Coghlan es un barrio muy tranquilo y que “gracias a Dios, nunca tuvimos problemas de inseguridad. Al club vino Rodríguez Larreta a dar un par de charlas”, apunta. Las paredes, repletas de cuadros futboleros, son una invitación a abrir otra ventana en el  diálogo: “La decoración la hacen los dirigentes, muchas veces se quedan a comer a la noche. El presidente es Chiche Molina, que jugó en la primera de Boca antes que Rattín…”
Si durante la nota, ninguna de las frases de Beto pasó inadvertida, menos la última: ¿Un ex jugador de Boca presidente de El Tábano? La posibilidad de una próxima visita para escuchar a  Molina y su historia, ha quedado planteada.
¡Nos vemos pronto, El Tábano!

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