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Entre Lugones a la altura del 1500 y Mariano Acha a la altura del 1400 –por otra parte, caso extraño, que dos paralelas consecutivas tengan esa pequeña diferencia- esta calle ofrece alrededor de cien metros de sosiego en un recodo de Villa Ortuzar donde el silencio no abunda. La zona geográfica en la que se halla Ohm, está delimitada por tres avenidas (Álvarez Thomas, Combatientes de Malvinas y De los Incas) que forman una especie de triángulo, al que también se lo podría llamara cuadrilátero, considerando que Álvarez Thomas, pierde su condición de recta en este tramo.

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En función del importante movimiento de vehículos y transeúntes, la tranquilidad en la zona no se encuentra fácilmente. Pero como tantos pasajes porteños, Ohm ofrece un microclima que para nada se mimetiza con lo que sucede unos metros más allá de su corto trayecto.

Como introducción a lo que es el aspecto del pasaje, vale detenerse en el origen de su denominación, porque al margen del primer factor, también llama la atención que su nombre esté compuesto por sólo tres letras, hecho que se da nada más que en un puñado de calles de Buenos Aires. Jorge Simón Ohm, fue un físico alemán, descubridor de las leyes sobre las corrientes eléctricas que llevan su apellido. Nació en 1787 y falleció en 1854.

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Hecho este preámbulo, queda profundizar en las características de la calle, que tiene mayoría casi absoluta de casas bajas, de una y dos plantas, y de una antigüedad bastante pronunciada, si bien no se detectaron en la recorrida efectuada, viviendas en avanzado estado de deterioro. La excepción respecto de la altura, es un edificio de siete pisos en la intersección  con Mariano Acha. Otro hecho saliente, es que Ohm es residencial en un altísimo porcentaje. La única propiedad que no cumple esta regla es un taller mecánico, en la mitad de la cuadra.

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Veredas angostas, asfalto y dirección vehicular de doble mano constituyen otras características. Los autos están estacionados, también, junto al cordón de la vereda más cercana a Álvarez Thomas, con la particularidad de que hay coches aparcados en ambos sentidos, pero de la misma mano.

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El arbolado es más bien pobre, sobre todo en la acera que da espaldas a Álvarez Thomas. Enfrente, hay un pino que excede por un par de metros el punto más alto de la casa que custodia, y algunos ligustros de baja estatura.

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En la esquina con Lugones, un cartel azul de épocas pasadas, indica que, efectivamente, el pasaje es de doble mano. A unos cien metros de distancia, sobre la fachada del edificio de la esquina con Acha, ha sobrevivido otro cartel que lleva el nombre de la calle, más antiguo todavía, con sus tres letras y parte del fondo azul, corroído por el paso del tiempo.

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