Un buffet y una cancha de fútbol. Esa parece ser la esencia misma de un club de barrio. Desde luego, son numerosas las entidades que poseen otras instalaciones más allá de las que consideramos, son las básicas. Pero en busca de la opinión de quienes están a cargo de la actividad futbolística y gastronómica, dialogamos con la gente de Río de la Plata. Por un lado, los que cuidan cada detalle del baby fútbol. Por el otro, los concesionarios del restaurante de institución de la calle Iberá, en Villa Urquiza.
“TENDRÍA QUE HABER UN CAMBIO”
Maximiliano Euchner tiene 28 años. Es el coordinador de una de los divsiones (o “letras”, segun la jerga del baby) de Río de la Plata, que participa en la histórica liga FEFI. “Hace tres años que estamos en el club. Personalmente, antes dirigí a Juventud de Saavedra en FEFI B; Sociedad de Martelli en CAFI; y Social Parque en FAFI C. En Río Plata estoy en un rol nuevo, ya que nunca había sido coordinador”, contó.
-¿Cómo es pasar de dirigir a coordinar?
-Uno nunca termina de dirigir. Siempre algo queda; te quedás con una categoría, a veces dos… Y ahora, más que nada a organizar. Mover la gente, los técnicos, y seleccionar…
-¿Cómo está organizado el baby en Río?
-La estructura es muy familiar. Es una actividad aparte del club: se paga para poder estar. Tenemos un coordinador general, luego el coordinador de letra, y los técnicos. Hay entre 100 y 120 chicos. La base son 80 o 100 y el resto va rotando.
-¿Antes de la llegada de este grupo ya había una estructura en el baby?
-Había una estructura que intervenía en otra letra. Nosotros vinimos para ayudar a competir en una liga como FAFI. Cada letra tiene su grupo de chicos. Los que manejo yo, son alrededor de 60 o 70.
-¿Cómo andan los equipos, en general?
-Los más chiquitos son muy diferente a los grandes. Eso lo estamos armando. De los de mayor edad en cambio, ya existe una base armada, y nosotros tratamos de mejorarla.
-¿Qué diferencias notás con este baby respecto a cuando vos jugabas?
-Las diferencias no existen. Si vamos a hablar en serio, la liga sigue igual, con la misma gente. Tendría que haber un cambio. Pero igual, de mi parte, siempre apoyando. Porque tenés que estar. Hace veinte años que estoy en el baby. Diez jugando y diez dirigiendo. El ambiente siempre fue muy parecido en esta liga. Es muy competitivo y ahora todavía más, porque se está haciendo mucho hincapié en lo económico.
-¿En qué sentido?
-Y… pasa que te quieren llevar un pibe poniendo plata, así como también dándole ciertos beneficios y pagándole a jugadores de afuera para que vayan a sus clubes. Lamentablemente hay gente que paga hasta por nenes de ocho años.
-¿En Río de la Plata eso no lo hacen?
-No… Esto es un club de barrio. No da la estructura económica. Para manejarse con plata hay que estar en la A, en la B y contar con el presupuesto de alguien.
Maxi Euchner, en el centro, junto a Adrián Aguette (izquierda) y Omar Godoy.
-¿Cómo hay que cuidarse de esas situaciones?
-Hay que tratar de construir un club familiar, aunque en general, eso se fue perdiendo. Es muy común que los papás traigan a los hijos a jugar, vean su categoría y se vayan. Antes estábamos desde las dos de la tarde hasta las diez de la noche. También se da que un técnico está en un equipo de cancha de once y se lleva a todos los chicos con él al club de baby.
-¿Dónde jugaste?
-En Sociedad de Villa Martelli, y en Platense, en futsal y cancha once, hasta la cuarta. Terminé mi carrera futbolístitica y agarré los libros. Estudié para técnico, que es mi pasión, y me recibí hace cuatro años.
“HAY QUE VER A LOS QUE ENTIENDEN”
“En octubre se cumplió un año desde que estamos”; cuenta Fabián Ocanto. Junto con Jorge “Tuli” Portillo, son los concesianrios del restaurante y el salón de fiestas del club. “Costó ensamblarse en el trabajo, como en todo emprendimiento. Pero aunque en el año tuvimos vaivenes muy marcados, ahora estamos mejor. Ya nos acomodamos, la gente nos conoce y hay muy buena onda con todas las actividades. Así el día a día se hace más ameno. Venimos bien en eso…”
-¿Qué disciplinas se practican?
-Baby, taekwondo, boxeo, gimnasio de pesas, gimnasia acrobática, voley, capoeira y patín. Después de las cinco de la tarde es donde es más movido.
-¿Cuál es la actividad que más nutre al buffet?
-Sin dudas, el fútbol. Lunes, martes, jueves y viernes son las prácticas. Los sábados de una de la tarde hasta nueve de la noche están las jornadas. Es lo que más ayuda a nuestro laburo.
-¿Trabajan con los vecinos?
-Sí. De martes a viernes funciona el salón comedor y restaurante que da a la calle, además del buffet. Vienen los del club y la gente del barrio que no es del club. El profesor de taekwondo come seguido acá, al igual que los que alquilan la cancha a la noche, y se quedan a comer.
-¿Cuáles son las ventajas y desventajas del rubro?
-En lo personal, es mi primera vez en gastronomía, no así para mi socio. Yo siento que es un rubro no tan sencillo como parece de afuera. Hay que meterle mucha garra. Y escuchar y ver a los que entienden. Al principio eso fue lo que más costó. Más tarde empezamos a levantar.
-¿Tenés alguna función específica?
-A lo que puntualmente me dedico es al salón de fiestas. Y con relación al buffet, abro a la mañana en la semana. A esa hora hay boxeo y un colegio hace gimnasia en la cancha. No es tanto el movimiento, entonces aprovechamos más que nada para ordenar.
-¿Cocinás?
-Poco y nada, aunque si lo tengo que hacer lo hago. Ya le agarré un poco la mano.
El buffet del Río de la Plata, en Villa Urquiza. Arriba, Fabián Ocanto, uno de los socios de la concesión.
-¿Cuál es la especialidad de la casa?
-La bondiola a la mostaza con papas, las pastas, salteado de verdura… El viernes es el día más power y ahí sale mucho la bondiola y la carne con papas. Obviamente está lo básico: minutas, pizza, empanadas… y además un menú del día económico, de 90 pesos. Sale bastante porque también ofrecemos delivery.
-¿Quiénes colaboran con vos y tu socio?
-Nos manejamos con familia y amigos. Está Romina (la señora de Tuli), Andrea, Ulises, Gabriel, Mauro, Iván… Nos ayudamos un poco entre todos.
