LAS LOCURAS DEL “LOCO” HOUSEMAN

con Olga y Diego (31-8-76)

Foto: con su esposa Oga y su hijo Diego, en 1976.

Este sitio nos declaramos admiradores del genial René Orlando Houseman, un crack que brillara en la década del 70 y que algunos compararon hasta con Maradona y Pelé por sus condiciones futbolísticas. El Loco o el Hueso, brilló en Huracán, la Selección Nacional, y pasó por otros tres clubes capitalinos: Excursionistas, Defensores de Belgrano y River (además jugó en Independiente, Sudáfrica y Chile).

Gracias a la investigación que realizamos de su carrera, en la cual tuvimos la chance de dialogar con varios de sus amigos, conocidos, y con él mismo, desde esta sección proponermos ir rescatando historias y anécdotas vinculadas a su trayectoria futbolística y a las excentricidades que fuera de la cancha, contribuyeron a agigantar su leyenda.

DE CARA AL ALAMBRADO

Antes de que la AFA adquiriera el predio de Ezeiza, la Selección entrenaba en diferentes lugares. En cierta ocasión tuvo que trasladarse hasta un lugar inhóspito del Gran Buenos Aires, bastante lejos de la Capital. Allí estaba el Loco, quien aprovechando un alto en la práctica, se acercó a un alambrado y comenzó a mirar hacia el lado de afuera. Algunos compañeros notaron el extraño comportamiento e intentaron averiguar qué le sucedía. La respuesta los dejó atónitos: “Hace rato que me quiero rajar y por acá no pasa ni un bondi. ¿Dónde miércoles estamos?”.

Era difícil saber si René hablaba en serio o en broma. Más vale parecía esto último, sobre todo porque el Loco estaba en cueros y sin una moneda en el bolsillo. Aunque tratándose de él, nunca se sabe…

 

VESTIDO PARA MATAR

La Selección jugaba con Paraguay un amistoso en 1976. Vestidos de elegante sport, tal como se estilaba en aquella época, los jugadores llegaban a la concentración. De repente, apareció el Hueso, desentonando con su vestimenta muy particular: pantalón buzo, zapatillas de entrenamiento y la camiseta argentina puesta. Sus compañeros lo acribillaron a cargadas. René, sin hacerse problemas, contestó: “¿No dicen que tenemos que vivir el partido permanentemente? Y bueno viejo, yo ya lo estoy viviendo”.

 

ABAJO LAS MEDIAS

Las medias bajas fueron una constante en su carrera. Las usaba de ese modo, contrariando lo que figuraba en el reglamento. Sin embargo, a él lo autorizaban a hacerlo: “Yo aducía que tenía problemas en la piernas y que no podía llevarlas hasta las rodillas –explicó tras su retiro-. Por eso, iba a la AFA una vez por año y me daban un permiso especial. Pero era verso. Yo las usaba caídas porque me resultaba más cómodo”.

TAPAGOLES(2)

 

A LA NOCHE SOÑABAN CON EL

Muchos defensores que tuvieron la difícil misión de marcarlo, terminaron haciendo papelones ante todo el estadio. Algunos no se la aguantaban y le hacían sentir el rigor de las patadas. Por ejemplo, un lateral izquierdo de Atlanta llamado Ramón Ledesma. Según el Loco, “me pegaba hasta por las dudas”.

Otro que no soportaba la humillación de ser bailado era Horacio De Filippo, de Ferro. Cansado de los golpes, René reaccionó a su manera: “Me harté. Antes los jugadores se ataban las medias con cordones en vez de elásticos. Yo las llevaba caídas, pero el cordón lo tenía, por las dudas. Ese día con Ferro, me lo saqué, se lo puse arriba del hombro a De Filippo y le dije: ‘Che Tano,  agarrame ahora si querés…’ Para qué. Me tiró la más baja a la altura de la rodilla. Creo que todavía me está corriendo”.

 

CARCAJADAS DE SELECCION

En la serie internacional previa al Mundial ’78, la Argentina enfrentó a Yugoslavia. En el medio del partido ocurrieron varios diálogos dignos de ser mencionados entre el Loco y el banco de suplentes:

-Va a comenzar el segundo tiempo. Menotti le habla a Houseman: “Ahora usted va a picar a ese tres que está asustado”. La respuesta del puntero: “A ese (lo mira) me lo como crudo”. Y le hace morisquetas.

-La pelota en juego. El marcador Vujkov se va al ataque. Houseman se acerca al banco y consulta: “¿Qué hago, César, lo sigo?”. El técnico: “No se preocupe René, que ese lo va a tener que correr a usted”.

-Y la máxima: 27’ del complemento. El DT yugoslavo grita algunas indicaciones a sus jugadores. Desde el banco se escucha una voz que le requiere a Houseman: “¿Entendiste lo que dijo, René?”. Y la rápida salida del wing, con cara de saberlo todo: “Seguro, viejo… Le dijo al tres que me tiene que encimar porque soy un fenómeno”. Las carcajadas inundaron el sector de los suplentes.

 

CHOQUE INCONVENIENTE

En el Metropolitano de 1978 le dieron la suspensión más larga de su carrera: 15 fechas. El episodio, que ya fue narrado en este libro, ocurrió cuando tuvo un encontronazo con Norberto Peratta, quien entonces defendía la valla de Gimnasia de Mendoza. El Hueso contó su versión con la chispa que lo caracteriza: “El único gran lío que tuve en una cancha de fútbol fue con Peratta. Chocamos, caímos y desde el suelo nos desafiamos a pelear. Pero no terminaba nunca de ponerse de pie, medía como dos metros. Yo decía para mis adentros: ‘Este me come vivo’. Se armó un lío bárbaro. Me volví loco porque el juez me expulsó. Me pareció injusto, y detrás insulté al árbitro, a los líneas, a cualquiera que se me pusiera enfrente. Lo que era para un partido de suspensión al final fueron como cuatro meses. Me dieron todas las accesorias posibles y hasta pagué las costas”.

 

EL LOCO Y EL CONEJO

Houseman enloqueció a muchísimos adversarios que, en vano, intentaron neutralizar su habilidad. Pero uno al que le costaba superar era a Alberto Tarantini. El Loco reconoció que el Conejo fue el hombre que mejor lo marcó: “Siempre me ganó, pero de chamuyo. Me hablaba sin insultarme. Me decía: ‘¿Otra vez por acá?Andá por la otra punta, que está Pernía. Esta noche vamos a cenar con la familia, ¿no?’. Yo le retrucaba: ‘No, Pernía me pega mucho’ ”.

Tarantini compartió la misma visión, aunque agregó un dato que el wing derecho omitió mencionar: “Siempre lo marqué bien. ¡Qué personaje increíble era René! De cábala, se metía pastillas DRF de anís en los bolsillos y en medio del partido trataba de distraerte: ‘¿Conejo, querés una pastillas?’, me preguntaba”.

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