LAS LOCURAS DEL “LOCO” HOUSEMAN

Acontra Mouzo (1975)

Este sitio nos declaramos admiradores del genial René Orlando Houseman, un crack que brillara en la década del 70 y que algunos compararon hasta con Maradona y Pelé por sus condiciones futbolísticas. El Loco o el Hueso, brilló en Huracán, la Selección Nacional, y pasó por otros tres clubes capitalinos: Excursionistas, Defensores de Belgrano y River (además jugó en Independiente, Sudáfrica y Chile).

Gracias a la investigación que realizamos de su carrera, en la cual tuvimos la chance de dialogar con varios de sus amigos, conocidos, y con él mismo, desde esta sección proponermos ir rescatando historias y anécdotas vinculadas a su trayectoria futbolística y a las excentricidades que fuera de la cancha, contribuyeron a agigantar su leyenda.

SUPLENTE DE LUJO

La siguiente historia fue narrada por Angel Cappa, una de las personas que más admiró sus genialidades. El director técnico, que en una época colaboró con César Menotti, relató:

-De todos los locos que conocí, o que vi jugar, les quiero hablar de quien quizás haya sido el más loco o el más genial: René Houseman. El Loco Houseman se escapó de todos los moldes, y no sólo en el fútbol. Vivía -y vive- como jugaba: por inspiración. En él no había nada preparado ni programado. Siempre salía por donde nadie lo esperaba. En la cancha y en la vida.

El Gitano Juárez, fuente inspiradora de todo el menottismo, incluyendo a Menotti, llegó a decir de él que era más genial que el mismo Pelé, «porque Pelé dentro de su permanente creatividad, finalmente hacía lo que uno podía sospechar, por más difícil que fuera», decía el Gitano, «en cambio Houseman inventaba lo que no estaba escrito en ninguna parte. E inventaba siempre, en cada jugada, en cada pelota de cada partido».

Menotti, que fue su entrenador, me dijo que en 1973 cuando René recibía la pelota en los últimos 25 metros, no había alternativas, era penal o gol. Iba a decir que era un gambeteador nato, pero en realidad fue mucho más que eso. Claro que gambeteaba, y con una facilidad inexplicable. Los dejaba dados vuelta a los defensores, pero no paraba ahí la cosa. En todo caso, la gambeta era sólo una parte de la jugada que siempre sorprendía. Houseman redujo el asombro a un hecho natural y cotidiano.

Tuvo tres o cuatro años de apogeo, después, con la misma naturalidad con que llegó, se fue alejando, sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo. Hay una anécdota que quizá lo explique un poco: un sábado por la tarde, René no aparecía por la concentración de Huracán y Menotti se empezó a poner nervioso. Una hora más tarde le dice a Poncini, «acompáñame que ya sé dónde debe de estar». Llegaron al Bajo Belgrano, donde vivía en esa época (1972-73) y en una de las canchitas del barrio se estaba jugando un partido, rodeado de la gente del lugar.

El Flaco mira y no lo ve. Se estaba tranquilizando cuando de pronto lo encuentra en el banco de suplentes. Se acerca, le toca el hombro y le pregunta: «René, ¿qué hacés acá, viejo?». «¿Qué hago acá?», contestó Houseman, «fíjese en el titular, es un fenómeno». El pensó que Menotti le reprochaba su suplencia en el equipo del barrio y no su ausencia en la concentración de Huracán, para jugar al otro día un partido oficial.

René estaba al tanto de la anécdota que Menotti le relató a Cappa. Sin desmentirla ni mucho menos, le agregó su particular punto de vista:

-Esa fue la única vez que “My father” fue a buscarme a la villa. Yo ahí iba al banco porque al otro día tenía que jugar en Huracán. Era un tipo consciente, mirá vos…

Houseman_cappaHouseman y Cappa volvieron a encontrarse en el cuerpo técnico de Huracán, en 2008, con Babington como presidente. «Fatiga» Ruso (a la derecha) también integró el grupo de colaboradores de Cappa.

 

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