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TRES CLUBES DE BARRIO, TRES HISTORIAS

Mariano Moreno (foto superior).

Freire 3151, Coghlan.

El club estaba cerrado, ediliciamente destruido y a punto de desaparecer, pero hace unos 16 años fue refundado por un grupo de ajedrecistas que logró rescatarlo. Unos años después, a éste grupo se acoplaron  unos cuantos aficionados al billar que formaban parte de otro club y que se habían quedado sin sede propia. La curiosa unión dio lugar a la creación de una comisión directiva que ideó un nuevo estatuto donde los integrantes de ambas disciplinas conducen en conjunto al “renacido” Mariano Moreno.

Ya con todos los papeles al día, administrativa y deportivamente, la entidad experimentó una importante recuperación.

En el piso de arriba se juega al ajedrez y en la planta baja, hay un inmenso salón de billar (uno de los mejores de la Capital). Por ende, es uno de los pocos clubes de barrio donde el fútbol –con excepción del plasma del buffet- no figura. Si bien los campeonatos de ajedrez se organizan en el primer piso, el restaurante –que tiene la ventaja de dar a la calle- también tiene mesas con tablero y muy a menudo se ve a grandes y chicos jugando en ese sector. A comer no sólo concurre la gente del club, sino que también es frecuentado por los vecinos del barrio a la hora de almorzar, cenar o merendar.

Pinocho

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Manuela Pedraza 5139, Villa Urquiza.

No da a la calle pero también es frecuentado por gente que no necesariamente es socia de la institución. El menú es muy variado, aunque sin apartarse de los platos tradicionales. Pinocho es muy social, uno de los clubes “grandes” de la zona, y se nutre de un amplio abanico deportivo: básquet, vóley, baby fútbol, futsal, natación, etc.

Una de sus particularidades es que uno de los concesionarios del buffet llamado Horacio (que está hace muchísimos años en esa función), es el padre de dos reconocidos jugadores del futsal a nivel nacional. Uno de los hermanos, Sebastián Corazza, integró el plantel del Selección Argentina en el Mundial FIFA de 2004 y mucho tiempo después, ya veterano, continuaba destacándose, incluso después de haber sufrido una fractura expuesta de tibia y peroné hace unos años. Pinocho es el máximo campeón histórico de AFA: tiene 14 títulos.

El buffet cuenta con algunos “parroquianos” que pertenecen a la vida de Pinocho desde hace décadas. Uno de ellos, Marcelo “Rulo” Roberto, tiene aristas singulares: fue jugador y DT de equipos de básquet; también jugó y dirigió en el futsal, saliendo campeón en ambas instancias. Ahora es miembro de la Comisión Directiva… Empezó a ir a los 8 años. Hoy tiene 50. Casi todos los sábados a la tarde se reúne con su barra de amigos a tomar y comer algo en el salón atendido por Horacio y su socio, el Ruso Giampetruzzi, que también llegó a jugar oficialmente al futsal con más de 40 años.

Gimnasia y Esgrima de Vélez Sársfield.

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Joaquín V. González 1511, Villa Santa Rita.

Es un buffet que excede largamente la vida del club como consecuencia de que  por su relación calidad-variedad-precio, logró hacerse de numerosa clientela entre vecinos de su zona y barrios cercanos.

Uno de los tantos comensales que solía frecuentarlo era el propio presidente de GEVS, Fernando Vaccaro, cuya historia personal es digna de ser contada. Vaccaro es uno de los escasos presidentes de club que llegó a jugar profesionalmente al fútbol en la Argentina. Lo hizo en la década del 70, en All Boys y –un corto período- en Godoy Cruz de Mendoza.  Su posición era la de lateral por la izquierda. Sus primeros años en primera división coincidieron con los de Maradona en Argentinos Júniors. Hubo un partido en el cual se enfrentaron: 24 de julio de 1977. Esa tarde tuvo sabor diferente para ambos: mientras Argentinos festejó por haber ganado como visitante por 4-3 con un gol de Diego, All Boys se fue amargado por la derrota y encima, Vaccaro sufrió la expulsión.

Cierto día, prematuramente, dejó de jugar, con apenas 23 años. “Me gustaba la noche y eso no se correspondía con el futbol. Todo lo que me había sido fácil después se me complicó. Hay que tener una cabeza muy fuerte para aguantarlo”, dijo en una nota.

En cuanto a su labor como dirigente, se comprometió fuertemente con la institución a raíz de una difícil situación acaecida en la década anterior: la sede de Gimnasia estaba “tomada” y Vaccaro encabezó un grupo de antiguos socios y vecinos que lucharon en forma tenaz para recuperarla. Finalmente lograron sacar a los usurpadores y el club, que estaba envuelto en una crisis terminal, comenzó a resurgir. Actualmente, con muchas actividades, volvió a ser un referente deportivo y social de la zona.

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