LA TEMPESTAD

Zapiola_lluvia2

Por Raquel Seltzer.

La tempestad rugió fuerte como un león hambriento en la noche tropical, como un relámpago que cruza el firmamento en suave zig zag y el cielo se oscureció y todo se derrumbó. Pareció que el fin del mundo se avecinaba, pero la vida siguió latiendo.

Echa a volar tus ilusiones paloma mensajera del amor, suelta al aire globos de colores celestes y blancos como los de los patriotas que nos dieron la libertad.

Maternidad, dulce amanecer, claridad del día, un retoño dulce amor pequeño clavel que es una rosa sin espinas.

Tu nombre es Alba, tienes pureza en tu cara y una inteligencia innata, hablas de filosofía, de letras, de historia, y tu coraje es singular.

Hoy me siento como una paloma que vaga errante de balcón a balcón, buscando abrigo de la intemperie, de los vientos, de la lluvia torrencial que necesita alimento y vuela alto hacia el cielo infinito.

Ahora te contemplo, sereno azul mar, con olas calmas o bravías, que bajan hasta la playa, verde también de acuerdo al reflejo del sol, en la costa las sombrillas y las carpas, que chocan contra las rocas dejando una espuma blanca que atrapan los niños en sus pequeños baldes, ya la bandera es roja, no celeste como cuando todo está tranquilo y formamos castillos de arena y recogemos conchillas hermosas, frutos del mar y la sirena dónde está,¿rodeada de gente en el puerto?

Cuando escucho este sonido musical recuerdo nuestro primer encuentro, nos preguntaban si éramos novios, porque éramos dos enamorados estrechados en un solo cuerpo, pobres de dinero pero de ideales profundos.

Carola, dulce amiga, inteligente, bella y sensual, pareces un cisne blanco con tu cutis de rosa y su sonrisa perfecta, «venus afrodita» te envidiaría.

Tango, idioma del bajo del suburbio del dos por cuatro, tu compás, del malevo de Borges, del arrabal y la milonga, dos cuerpos unidos en danza cadenciosa y rítmica que forman un ocho, una sentada, un firulete viviendo apasionadamente tu vida armoniosa.

 Elisabet, no puedo sentir más que dolor por ti y por mí, si algo sucede en tu interior, si alguna pena te aqueja, que sea mi pena… hermana.

Hoy vi las pequeñas flores, eran blancas y quise preguntarte, querida madre, si eran narcisos o nardos, eran pequeñas con tallos largos y espigados, como las flores del jardín del Edén.

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