UN CHALET A LA VUELTA DEL OBELISCO
Está en el noveno piso del edificio de Sarmiento 1113.
A quienes pasaron por la 9 de Julio junto al Obelisco y nunca lo vieron, les sugerimos que la próxima vez, levanten la vista y traten de ubicarlo. Quizás ahora resulte más complicado, pues la gran cantidad de carteles publicitarios se empeñan en ocultarlo, pero si se dirige la mirada apropiadamente, la misión podrá llevarse a cabo. Este chalecito de dos plantas está en la cima de un edificio de nueve pisos desde, inclusive, antes de la inauguración del Obelisco, hecho ocurrido en 1936.
En 1927, el inmigrante español Rafael Díaz, lo hizo construir allí. Él era dueño de la entonces muy famosa Mueblería Díaz, que funcionaba en la totalidad del edificio de Sarmiento y su intersección con Cerrito. Los relatos de la época cuentan que fue con el objetivo de almorzar y dormir la siesta sin tener que trasladarse hasta su vivienda de Banfield, Díaz decidió hacerse la casita de sus sueños en su mismo ámbito laboral. Y no sólo se dio ese gustito, sino que la idea funcionó como estrategia publicitaria, ya que “la mueblería del chalet” incrementó su popularidad, elevando notablemente sus ventas. Rafael falleció en 1968 y sus herederos no continuaron con el negocio de los muebles. Los pisos del edificio se alquilaron, pero el chalet con estilo marplatense -que también en los Setenta, fue alquilado por un estudio fotográfico- sobrevivió hasta nuestros tiempos. En este 2017, festeja orgullosos 90 años.
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LA CASA MÍNIMA
Así, como la Casa Mínima, es conocida esta pequeña propiedad con un balconcito en el primer piso. La razon es simple: es la casa más angosta de la ciudad, ya que de ancho posee apenas 2,5 metros. La fachada está ocupada casi exclusivamente por una puerta de doble hoja, actualmente pintada de verde, con cerradura de hierro. A los costados, el frente se prolonga en blancas paredes extendidas a ambos lados por escasos centímetros. De fondo, cuenta con 13 metros.
Una leyenda indicaba que la casa fue cedida en 1813 a un esclavo liberto del general Justo José de Urquiza, y que su amo se le había obsequiado al abolirse la esclavitud. Sin embargo, la versión no reviste el menor asidero pues esto ocurrió recién en 1853.
Lo cierto, es que la propiedad original tenía 16 metros de ancho y que el terreno se subdividió sucesivamente, generando este lote mínimo que constituye todo un récord. La “Minima” fue comprada en 1960 por un anticuario, siendo hoy parte de El Zanjón de Granados, un complejo de túneles ubicado debajo de la manzana. Por allí, corría un arroyo con desembocadura en el Río de la Plata, descubierto en 1985. El lugar tiene carácter turístico y es posible visitarlo con un guía.
Pasaje San Lorenzo 380, barrio de San Telmo.
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ESQUINAS SIN OCHAVAS
No más de veinte esquinas sin ochavas quedan en la Capital Federal. Son las que lograron sobrevivir a un decreto de 1821. Bernardino Rivadvia, que más adelante llegaría a ser nuestro primer presidente, pero que por entonces era ministro del gobernador bonaerense Martín Rodríguez, fue el autor de la ordenanza. Su finalidad, apuntaba a mejorar la visibilidad de las esquinas y a evitar choques entre peatones, aunque también se ha dicho que lo que se trataba de prevenir eran los arrebatos provocados por ladrones que atacaban sorpresivamente del lado opuesto de la esquina, aprovechando el escaso ángulo de visión.
En Europa estaba de moda su implementación, y de España proviene el nombre: allí eran se conocían como chaflán. Con el tiempo, la pronunciación de los porteños derivó en que el vocablo mutara a chanflán, chanfle y, finalmente, a ochava. En el viejo casco céntrico (Monserrat, San Telmo) se encuentra la mayoría. La antiquísima Santa Casa de Ejercicios Espirituales conserva dos de ellas: Salte e Independencia y Salta y Estados Unidos. Fuera de dicha zona (de Callao hacia el Norte), hay tres, y todas en Belgrano.
Salta e Independencia. La Santa Casa de Ejercicios Espirituales.
