Hoy salí a caminar, tranquila y segura. Comencé entonces, despacito, a dejar volar mi imaginación, disfrutando a pleno del sol que me acariciaba y sintiéndome emocionada al recordar al gran Carlitos Balá, que nos dejó hace pocos días. Su legado será inolvidable para varias generaciones… Y no puedo dejar de mencionar a otros artistas que estarán siempre presentes en mi corazón, como Gaby, Fofó y Miliki, y el maravilloso Capitán Piluso, creado por el entrañable Alberto Olmedo.
De mi infancia también recuerdo antiguos programas de televisión, en aquellos años de sólo cuatro canales y pantalla en blanco y negro: El Capitán Marte, el XL5, Supercar, los maravillosos dibujos animados de Los Picapiedras y Don Gato y su Pandilla. Pienso que éramos más ingenuos pero también muy felices disfrutando de aquellas aventuras de ficción.
Recuerdo cuando iba con mi tío Isaac al parque a remontar barriletes. Yo lo veía ascender hacia lo alto del cielo, con sus brillantes colores, su forma romboidal y sus múltiples flecos blancos. Ahora, después de tantos años, entiendo que así como volaba el cometa, volaban aquellos sueños de niña que siempre estarán en mi memoria.
De la década del 50 me acuerdo de las vecinas de mi casa de Munro. Una de ellas era la querida Catalina, una preciosa costurera que confeccionaba vestidos y realizaba bordados para mi hermana y para mí. Además, a Carmen, la peluquera del barrio, que amorosamente nos atendía en su pequeña vivienda y nos daba consejos para cuidar nuestros cabellos. Y especialmente, a la adorada Juana, que ayudaba a mi madre en las tareas domésticas.
Creo que siento deseos de llorar de emoción, y al mismo tiempo de reír y cantar, porque hoy, después de larga ausencia vino María Inés. La extrañé mucho, tal vez, porque somos muy parecidas: un día estamos tristes y al siguiente, alegres. Ella tiene un gran corazón y es hermosa, por dentro y por fuera.
Raquel Seltzer
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