Uno de los aspectos que seguramente más llamará la atención si uno tiene la posibilidad de ir por primera vez a Villa Sahores, es el sistema de molinetes ubicados en el acceso de la calle Santo Tomé. Obviamente, es común verlo en edificios públicos, empresas y demás sitios con importante afluencia de público. Pero para una entidad de barrio, no es lo más frecuente. A la izquierda de las máquinas, una amplia ventanilla desde donde una empleada brinda informes y cobra cuotas -entre otras cosas- completan el atípico cuadro.
A esa ventanilla nos dirigimos a fines de concretar la nota. Fuimos atendidos por la mencionada señora, quien junto a un par de colaboradores, enseguida se movieron para que lleguemos hasta dos hombres de la Comisión Directiva. Uno, el presidente, Fernando Torti; el otro, el protesorero, Alejandro Soubielle. “Discúlpenme pero me tengo ir, surgió un compromiso impostergable”, se excusó amablemente el presidente, quien no obstante, antes de partir, posó con su par de Comisión para una de las fotos que ilustran esta página. Tras los saludos de cortesía, el protesorero nos invitó a pasar a una sala -la de ajedrez- desde donde ofreció un completo panorama acerca de la realidad que atraviesa esta institución que el 3 de marzo, celebró 86 años de existencia.
-Llegué al club hace unos 15 años, cuando traje a jugar al fútbol a Axel, mi hijo mayor. Vivo en la zona y este ambiente me atrapó. Así que integré de la subcomisión de fútbol y luego la presidí. Siempre me gustó participar de las activiades sociales. Una cosa fue llevando a la otra hasta que empecé en la Comisión.
-¿Cómo lo tomaste cuando te lo propusieron?
-Como un honor. Tomar decisiones que afectan a tanta gente lo es. Sahores es comunidad con un montón de chicos y actividades. Y esto es un voluntariado, donde uno viene y pone su tiempo ad honorem. Tenemos una CD muy heterodoxa. Cada uno aporta desde su lugar y lo hace con pasión. Somos unos cuantos que nos vamos repartiendo tareas y sacrificios.
-¿Tu hijo mayor sigue viniendo?
-Ya casi no… pero uno se quedó y renovó su motivación. Ahora los que siguen son Thiago, de 15 años, que también juega al fútbol, y Abril, de 9, que hace patín.
-En muchos clubes barriales se escucha que cuesta encontrar dirigentes. ¿Y en Sahores?
-Acá no escapamos a esa realidad. Cuesta encontrarlos, claro que sí, porque uno debe tener tiempo y ganas. Nosotros lo hacemos de corazón pero casi como un reflejo de la sociedad, en general a la gente le cuesta involucrarse, siempre es mas fácil mirar de afuera. Así yo todo, en Sahores fuimos juntando voluntandes, deporte por deporte, para ir acercando a la gente, y somos 20 miembros, aproximadamente.
-¿Cuáles son las actividades?
-Uhhh, si tienen un rato largo les cuento (risas). Fútbol, patín, básquet, natación, taekwondo, acrobacia en telas, gimasia rítmica y artística, ajedrez, escuela de inglés, pintura, tango, folklore… Históricamente este ha sido un club que apostó a lo deportivo y lo recreativo. Siempre estamos abiertos a seguir sumando actividades. Hace poco incorporamos tenis de mesa. Incluso en la parte acuática, hay escuela de buceo, kayak. Fuimos incorporando en proporción a la demanda.
-Llegaste al club por el fútbol. ¿Cómo notás esa actividad actualmente?
-Como la moda lo indica, hace unos años arrancamos con el futsal. Estamos en la Liga BAFI y en el baby, en FEFI. En general andamos bien. El año pasado varios equipos salieron campeones y sacamos buenos resultados. Estamos muy conformes, pero siempre aclaramos que Sahores es un club con fútbol y no de fútbol. La competencia la tomamos en serio pero no hacemos foco en resultados, sino que lo tomamos con una disciplina social, para que los chicos hagan amigos, formen parte de un conjunto. Si los resultados deportivos vienen, mejor. Pero no nos volvemos locos por eso.
-¿Al estar en la tesorería te encargás del “trabajo sucio”?
-(Risas) Bueno, con Rolando Solofrano, el tesorero, somos a los que generalmente nos toca decir que no. Pero al margen de esto, se ha hecho una tarea titánica en cuanto a administración y orden. A partir de ese punto logramos realizar muchas obras. Modestia aparte, creo que somos un club modelo: los empleados están en blanco y cobran del 1 al 5, los balances están al día. Una buena administración es fundamental.
-¿Por qué colocaron los molinetes?
-Por varios motivos. Mantener un control, como dije, es muy importante. Los pusimos hace cuatro o cinco años. Nos dio seguridad y muchos frutos en el control de las cobranzas. Primero sonó un poco chocante pero la gente se acostumbró y ya lo toma como algo natural.
-¿Fue muy costoso?
-Todo cuesta. En esto los recursos siempre son limitados pero hay cosas que se pueden ir haciendo con decisión y si uno se lo propone.
-Hablemos de cuota social, tarifas, subsidios… ¿Cómo están viviendo toda esa problemática?
-Estamos a la espera la devolución del porcentaje de las tarifas anunciado por el Gobierno. Sabemos que empezaron a hacerlo y lo esperamos con los brazos abiertos porque eso ha sido un hueco bastante grande en el presupuesto. Por otro lado participamos de subsidios nacionales y de la Ciudad. Gracias a ellos pudimos hacer varias obras y colocar tecnología Led. El tema de las cuotas es delicado. El club tiene que subsistir pero entendemos la realidad del pais. Por eso la cuota a 220 pesos (además, para cada actividad se fija un arancel), creemos que es accesible. Eso nos alcanza para pagar sueldos y hacer manteniento aunque igual nos haría falta la devolución que se ha anunciado.
-¿Son un pequeño-gigante en el barrio?
-La verdad que sí. En masa societaria hemos crecido. Hoy concurren más de mil. Hasta hace unos cinco años, eran menos de la mitad. Estamos orgullosos del club.
