
ANÉCDOTAS EN LA ESCUELA DEL CÍRCULO DE PERIODISTAS DEPORTIVOS
El debut.
Con el objetivo puesto en insertarme en el medio periodístico, el primer semestre de 1991 –que coincidió con mi segundo año en la Escuela del Círculo- me aboqué “a tirar las líneas” en diversos medios partidarios. En general, sobre todos los cinco clubes denominados grandes, tenían su revista en papel. Si bien por una razón de simpatía futbolística hubiera preferido que las puertas se me abrieran en Boca Júniors, también tenía claro que si quería trabajar en la profesión que empezaba a apasionarme, mi prioridad ya no debía estar puesta en los colores de determinada camiseta.
En mi tiempo libre (bueno… casi todo el día) armé tres informes estadísticos para entregar en las revistas de Boca, River y Racing. Tenían por contenido una lista de los jugadores de la década del ‘80, con sus respectivas presencias, goles y expulsiones, detalladas año a año, parcialmente y en una sumatoria total.
No sé qué sucedió con River, pero nunca llegué a presentarlo. Tal vez en ese momento no tenía revista partidaria, o a lo mejor no logré saber su dirección. En relación a Boca, recuerdo haber ido a un lugar en Corrientes y Florida, y sin que hubiera nadie en aquel amplio recinto, dejé el material sobre una mesa -si mal no recuerdo, anoté mi teléfono por si alguien quería llamarme- y me fui. Nunca supe qué ocurrió con mis planillas.
Por último, en la estación Federico Lacroze del Ferrocarril Urquiza, una mañana compré un ejemplar de la revista “Racing, una auténtica voz racinguista”. No era una grata semana para la Academia, que acababa de ser goleado 6 a 1 por Boca en La Bombonera. El título de la portada decía: “… No era para nosotros”, con un primer plano de los rostros serios de Claudio García y Sergio Goycochea. Tras haber tomado nota de la dirección, no perdí tiempo y una tarde, fui a presentarme a los talleres Cogtal (Rivadavia 767) con las fotocopias del informe, conservando en mi poder los originales, escritos con birome.
Era un sitio donde se imprimían varias publicaciones. En la recepción me hicieron subir a un primer piso y allí me encontré con Pacho Vera, el director del semanario, que ultimaba los detalles para la salida del próximo número. Me atendió muy bien, le presenté mi trabajo y enseguida me propuso colaborar con el órgano partidario, realizado a pulmón, aunque de reconocida historia. Por supuesto, no se trataba de un empleo formal ni mucho menos. Pero la respuesta positiva de Pacho, me hizo estallar de alegría: ése sería nada menos que mi debut en el periodismo (aunque fue en simultáneo al trabajo que conseguí en la revista Sólo Fútbol, puntualizado aparte). De acuerdo a la propuesta del director, hice otro informe que contenía los números de la campaña del equipo de Roberto Perfumo en el Torneo Clausura ’91. Esto salió publicado en la edición del 25 de junio. ¡Y estaba mi firma!
El pago fue un billete de cinco pesos que Pacho extrajo de su bolsillo. Ignoro qué era lo que se podía comprar con ese dinero, seguramente, muy poco. De todos modos, el hecho de no haber trabajado gratis (algo que nos remarcaban en la Escuela) y sobre todo, de ver mi nombre y apellido estampados por primera vez en el prestigioso medio de prensa, me hicieron sentir plenamente reconfortado, a poco de haber cumplido 19 años.