
En una zona de Parque de los Patricios impregnada de una parsimonia llamativa en el contexto de un gran centro urbano como Buenos Aires, Los Telares integra un grupito de pasajes muy cercanos entre sí. El Refrán, Llorente, Lagos y la calle en cuestión, se encuentran en un recodo resguardado por una amplia superficie verde, que conforman el gigantesco parque que origina el nombre del barrio y otras plazas de menor tamaño, como la José C. Paz, la Nicaragua y la José Evaristo Uriburu.
Los Telares está compuesto por una medida standard: alrededor de cien metros con principio en José A. Cortejarena al 3200, y punto final en José C. Paz a la misma altura. La tranquilidad de su naturaleza se corresponde con la de la zona en general. A las cuatro de la tarde de un día laborable el movimiento vehicular es exiguo. Por las calles transversales se observa el andar esporádico de coches, entre ellos, un patrullero que avanza por Cortejarena. En Los Telares, en cambio, lo único que en esos instantes tiene que ver con el ámbito automotor, pasa por unos pocos vehículos estacionados sobre ambas manos.
Pero si el cúmulo de los autos en movimiento es escaso, menor todavía es el de las personas de a pie. Favorecidas más aún por la fría llovizna de septiembre, la calma y el silencio hacen méritos como para tomar posesión de Los Telares en este horario post-siesta. Al final del pasaje, sobre José C. Paz, se observa un añoso portón pintado de rojo, blanco y azul. Por los colores y las proporciones de sus lados, es fácil asociar ese portón con la bandera de Francia. Sin embargo, no se trata de eso sino de uno de los accesos al club Piraña, humilde institución barrial que alguna vez estuvo afiliada a la Asociación del Fútbol Argentino, compitiendo en la más chica de sus categorías –Primera D- y más fugazmente en Primera C.
Piraña dejó la AFA hace casi cuarenta años, aunque nunca cerró sus puertas, y siguió cumpliendo su función deportiva y social más allá de las grandes luminarias. La mejor prueba de que continúa haciéndolo, es un grupo de jugadores de unos trece años, que, vestido con ropa representativa del club, trota por la resbalosa vereda de Elía, la primera calle paralela a Los Telares con dirección Oeste. El entrenamiento de esos chicos sí, constituye tal vez el único signo de actividad peatonal en la zona.
Los Telares tiene un edificio de dos pisos, en la esquina con José C. Paz. Es ésta su edificación más alta. El resto, es un conjunto de viviendas bajas, de aspecto sencillo, y fachadas en las cuales predominan el blanco y distintas tonalidades de rojo.
En la intersección con Cortejarena se ve el único rasgo comercial del pasaje: un local precedido por una gran persiana de color crema. Pero –pequeño detalle- la persiana está baja y sobre ella cuelga un cartel de alquiler. Lamentablemente, nada que llame la atención cuando los tiempos son difíciles…