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ANÉCDOTAS EN LA ESCUELA DEL CÍRCULO DE PERIODISTAS DEPORTIVOS

Noche de subterráneo y “Competencia”

Mi inquietud por comenzar a trabajar en el medio periodístico, me llevó cierto anochecer de 1991 a Radio Continental. La afamada tira Competencia, conducida por Víctor Hugo Morales, fue mi objetivo. Sabía que era prácticamente inalcanzable para un estudiante que daba recién sus primeros pasitos, pero no quería dejar de hacer el intento. Para esto me dirigí al viejo edificio de la emisora, en calle Rivadavia, munido de mis estadísticas. Deseaba aprovechar el hecho de que el programa tenía una especie de tribuna desde la cual los oyentes podían presenciarlo en vivo, a centímetros de la mesa en la cual el equipo desarrollaba sus tareas. En esta oportunidad había llevado unas planillas que contenían la tabla histórica del fútbol argentino. En verdad, era la sumatoria de partidos, victorias, empates, derrotas, goles a favor y en contra, diferencia de gol, puntos y porcentaje, que cada club tenía en Primera “A” desde 1931. Estaba construida en base a muchas horas de estudio, papel, lapicera y calculadora, pues para que la computadora y el Excel irrumpieran en la escena cotidiana de los argentinos, aún faltaban varios años.

No fui solo. Me acompañó Marcelo Fernández, compañero de estudios con el cual nos separaba la misma pasión que nos unía. ¿Cómo se explica esto? Es que con Marcelo, hincha de Defensores de Belgrano, teníamos nuestros contrapuntos, siendo yo de Excursionistas. Pero pese a ser adversarios en el clásico del Bajo, ambos disfrutábamos del fútbol de ascenso en general y, no permitíamos que una rivalidad futbolera fuera obstáculo para que se fuera desarrollando una relación de amistad.

Ya instalados en el estudio, esperé a una tanda para encarar a Alejandro Apo, el eventual conductor,  ya que Víctor Hugo no estaba en el programa. Nervioso pero decidido, me acerqué por su costado derecho, poniéndole los papeles delante de sus ojos. A la distancia, entiendo que al no estar presente el líder del ciclo, tampoco era posible tirar una línea en pos de mi objetivo principal. Mi meta, por lo tanto, era que al menos Apo leyera al aire parte de las estadísticas que le acerqué.

Sentado en una de las cabeceras, Alejandro me escuchó, quizás con algo sorpresa. Creo que no llegó a comprender el significado del papelerío que estaba empeñándome en mostrarle. Algo me contestó amablemente y de manera muy breve, y enseguida terminó la tanda. Volví a mi sitio en la tribuna, aguardando novedades. Había varios periodistas en la mesa. Estoy casi convencido de que, por la vorágine del programa, no llegó a leer mi material; y de que al ver que transcurrían los minutos y la posibilidad se diluía, nos fuimos, ya que debíamos regresar a la Escuela, donde nos esperaba un parcial de la materia Publicidad, que daba Martín Zucchelli.

El viaje de regreso no era largo. Ambos sitios estaban en la zona céntrica porteña. Decidimos volver en subte, pero a pesar de la cercanía, debíamos realizar una combinación de líneas. Desorientados en los pasillos, tras bajar de la primera formación, se nos complicó hallar el camino correcto para tomar la segunda. De aquel incómodo momento, mi memoria guardó unos dichos de Marcelo, que risueñamente, me decía que por las dudas, no pasara por ningún molinete, para evitar salir del “sistema” y así no tener que pagar otra vez el viaje.

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