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Hoy: Esmeralda 367.

Esmeralda y Corrientes. Pleno microcentro porteño. O, para ser más específico, barrio de San Nicolás. Una enorme torre hace ya muchos años ocupa una de las esquinas. Frente a ella, hace dos aproximadamente, comenzó a edificarse otra de similares proporciones. Detrás de sus jóvenes ladrillos y un cemento que no entiende de sentimientos, un pasado quedó oculto y ya no volverá. Era el Teatro Odeón, inaugurado en 1892 y escenario cultural por excelencia, cuyas puertas fueron atravesadas por célebres personalidades del mundo de la literatura, la música, la pintura, el arte en general. Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Astor Piazzola, en diferentes épocas, por nombrar sólo algunos íconos, conocieron el famoso reducto, incluso desde arriba del escenario.

Cuatro años después de su inauguración, tuvo lugar en el Odeón, el 18 de julio de 1986, la primera exhibición de cine de la Argentina. En su sala fueron proyectados algunos cortometrajes a cargo de Eustaquio Pellicer y Francisco Pastor. Sus títulos: “La llegada del tren”, “El taller de herrería”, “La salida de operarios de una fábrica” y “Niños en el jardín de las Tullerías”, entre otros. Solamente un año antes, en París, se había estrenado la primera proyección cinematográfica a nivel mundial.

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El antiguo Odeón, en Corrientes y Esmeralda. Foto: AGN/La Nación.

El Odeón tuvo una extensa época de brillantez, pero muchos años más tarde, también llegó su decadencia. En 1991, cuando ya había dejado de funcionar, fue demolido. Seis  años antes, por su interés cultural y arquitectónico, había sido declarado inmueble protegido, aunque así y todo, no se logró frenar su triste final.

Como testimonio de lo que alguna vez aconteció en esa cuadra, En Esmeralda 368, enfrente del ex teatro y junto a uno de los imponentes edificios situados en la esquina con Corrientes, una marquesina con la inscripción Odeón Hotel, anuncia la presencia de un alojamiento para pasajeros. No se trata, obviamente, del antiguo Odeón sino de un modesto y típico albergue céntrico, que se debate en desigual pelea contra el progreso, aprisionado y acuciado por el vértigo que le provocan los edificios vecinos.

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