Anilinas Colibrí es una de las empresas centenarias de la Ciudad de Buenos Aires. Nació en noviembre de 1911, produciendo, entre otras cosas, pomadas para calzados, tintas para cuero y cera para pisos. Su casa central se encuentra desde 1942 en Villa Ortúzar (Alvarez Thomas entre Elcano y 14 de Julio), luego de haber estado anteriormente en la intersección de Cangallo (hoy, Juan Domingo Perón) y Callao. Su fundador, el ingeniero alemán Germán Ortkras, pensó a la empresa no en su faceta comercializadora “sino envasadora, representante de algunas marcas alemanas, entre ellas Bayer”, reseñó el sitio web aquendevecinal.blogspot.com.
Historia y opinión
El fundador no tuvo hijos, por lo que traspasó la dirección de Anilinas Colibrí a dos personas que trabajaban con él, Wolfgang Stork y Juan Miguel Andriano, cuyos respectivos descendientes tomaron su legado y continúan al frente de la empresa, detalló Aquende Vecinal, en una nota que le hizo a Daniel Andriano, el hijo de Don Juan, en 2011, cuando la firma cumplió un siglo. “Hay muchas empresas que hacen anilinas, Bayer por ejemplo, el tema es que la comercializan a niveles industriales, no les interesa vender el sobrecito que se compra en farmacias y mercerías”, manifestó Daniel, quien en otra del reportaje, opinó: “Los conflictos en las empresas familiares se crean porque hay más caciques que indios, nosotros tratamos de que eso no ocurra, por eso hemos creado varias empresitas para que los que portan el apellido, tengan cabida. Yo ya llevo más de 40 años en la empresa, crecí aquí y tengo muy presente no repetir con mis hijos la primera época de relación con mi padre. Imagínese que en esta manzana viven 12 familias que trabajan con nosotros en propiedades nuestras. Porque como buena familia italiana, todos los pesitos los ahorrábamos en ladrillos. Hay operarios que viven hace más de 20 años en estas casas, lo que hace que defiendan la empresa ellos mismos, por otra lado, tenerlos tan cerca hace que nosotros vivamos con ellos las situaciones familiares.
Más de un siglo después
Hoy por hoy, el centenario emprendimiento creado por Ortkras, es mucho más amplio que en su nacimiento, considerando sus tareas de fabricación, comercialización y distribución. En el sitio web de la empresa, colibri.com.ar, puede leerse: “En la actualidad Anilinas Colibrí no solo fabrica y comercializa, su ya tradicional línea de productos, sino que ha incorporado productos importados que comercializamos bajo nuestra marca, entre los que encontramos guantes de uso doméstico. Contamos con una amplia red de distribución que nos permite llegar a todo el país, para brindar el servicio que nuestros clientes merecen. Nuestra Misión es servir a nuestros consumidores, suministrándoles soluciones integrales y de calidad para el teñido de todo tipo de fibras, buscando la plena satisfacción de sus expectativas, lograr la calidad total en el servicio a nuestros clientes, con un personal responsable, honesto e idóneo en pos del bienestar y crecimiento de tanto nuestros trabajadores como el de la empresa, atender a los intereses de nuestros accionistas y contribuir al desarrollo sostenible de la comunidad”.
Empleado ilustre
Como es de imaginar, numerosos empleados pasaron por la firma desde su fundación… En ese gran conjunto de trabajadores, hay alguien que fue nada menos que vicepresidente de la Nación. Sin embargo, Elpidio González –de él se trata- no tuvo un empleo en Anilinas Colibrí antes de ocupar la vicepresidencia… ¡sino después! En efecto, González había llegado a la vicepresidencia en 1922, cuando el máximo mandatario era Marcelo T. de Alvear. Militante de la Unión Cívica Radical, se mantuvo hasta 1928. A continuación, se convirtió en Ministro del Interior de Hipólito Yrigoyen. Elpidio, además fue diputado y jefe de policía.
Su peculiar pensamiento lo llevó, primero, a renunciar a su sueldo de vicepresidente, pues no quería cobrar dinero por parte del pueblo que lo había elegido. Ya al margen de la función pública, también renunciaría a la jubilación que le ofrecieron por haberse desempeñado en tal alto cargo. Su posición económica no era holgada ni mucho menos, más bien todo lo contrario, ya que incluso debió vivir en una pensión de la Avenida de Mayo porque se había ejecutado una hipoteca que pesaba sobre la propiedad en la que vivía. Y todo esto, sucedió luego de haber sido vicepresidente.
Sin embargo, prefirió continuar con su estilo de vida completamente austero y no aceptar el dinero de la jubilación de privilegio que querían otorgarle. Fue en este contexto, donde sí aceptó trabajar en la compañía de anilinas que en 1911 había fundado su amigo, el alemán Germán Ortkras.
El sitio web estudiodiez.com, reseñó: “Era común verlo, con ese mismo traje oscuro, maltratado por el uso y su característica barba blanca, recorrer algunos comercios de zapateros amigos de la zona de Avenida de Mayo. Algunos vecinos lo reconocían y se asombraban de su triste destino. ‘No se puede creer…’, comentaban. ‘Es lo que corresponde’, respondía. En la empresa aún recuerdan cuando en una oportunidad debió ir a hacer un trámite: no tenía dinero ni para pagar el estampillado. Al trabajo iba en tranvía y eran usuales las discusiones, ya que no le querían cobrar el boleto. La empresa estaba en Alvarez Thomas y Elcano y lo habían nombrado a cargo de la oficina de morosos incobrables. Algunos clientes, simpatizantes radicales, se atrasaban deliberadamente en los pagos, sólo para que González les enviase la carta de intimación firmada de su puño y letra. En Colibrí aún se conserva como un tesoro la máquina de escribir Underwood que usaba”.
Elpidio González –que había nacido en Rosario, en 1875- falleció en la Ciudad de Buenos Aires, en 1951, a los 76 años.
Foto: un pintoresco Fiat 600, ploteado con el logo y los colores de la empresa centenaria.