
Curiosos recovecos de Buenos Aires, generados por vías, puentes y demás componentes del entramado porteño.
La vereda que desaparece de a poco.
En Belgrano, Crámer es una ancha avenida, de doble mano con respecto al tránsito vehicular, y pavimentada a lo largo de todo su recorrido por el barrio. Su cambio rotundo se produce cuando también cambia de distrito, pasando al de Colegiales. Después de la Avenida Elcano penetra en el vecino barrio, perdiendo su categoría de avenida y reduciendo drásticamente su ancho. Además, las vías del Ferrocarril Mitre se “pegan” a ella, y así, en forma paralela, siguen circulando por numerosas cuadras, hasta Jorge Newebry.
El “rinconcito” de la foto está en Crámer casi Virrey Arredondo, un tramo en el cual su trazado ya se encuentra en Colegiales. O sea, que se trata de la Crámer angosta y empedrada. Sin embargo, este sector en particular presenta un factor especial extra, debido a que su angostura se vuelve más pronunciada todavía. La acera que se aprecia en la foto, que termina de una forma puntiaguda, constituye una muestra fehaciente de este fenómeno urbano: el espacio peatonal va reduciéndose a medida que avanza el trazado, para prácticamente desaparecer, luego del encuentro con Virrey Arredondo, donde las baldosas son reemplazadas por una fina línea de tierra, delimitada por el cordón para estacionar y el alambrado que la separa del predio ferroviario. En consecuencia, ya se torna imposible caminar por este sector.
En la calzada ocurre algo muy similar. Luego de Virrey Arredondo, el ancho de Crámer –que ya había disminuido unas cuadras antes, al pasar de Belgrano a Colegiales- sufre otra brusca reducción. Tanto es así que al haber coches estacionados en ambas márgenes, en el espacio central de la calle solamente queda lugar para la circulación de un vehículo a la vez.