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Al margen de una rutina en el gimnasio que lo ayudó en el aspecto físico, Pablo quiso encarar su recuperación también en lo respectivo al área mental. Así las cosas, le llegó el dato de que en un barrio cercano a su domicilio, un centro de salud organizaba talleres gratuitos, abarcando un amplio espectro de actividades. Uno de esos talleres tenía que ver con la timidez. Pensó que sería una buena idea concurrir, pero chocó de frente, paradójicamente, con aquello a lo que se le daría tratamiento durante los encuentros: su propia timidez.
Sin embargo, no permitió que esa dificultad lo detuviera en su propósito de superar la falta de confianza en sí mismo. De modo que una tarde, se dirigió al centro de salud con la firme intención de anotarse en la actividad. Después de atravesar pasillos y subir escaleras, llegó a un recinto donde se realizaba la inscripción. Una señora le entregó una lapicera y una planilla, y luego completar la breve información requerida, el trámite quedó concluido: ya estaba inscripto. El próximo paso sería el de empezar a asistir al taller, que, según le explicaron, se desarrollaría una vez a la semana, en una confitería situada enfrente del nosocomio en el cual se anotó. El horario –ocho de la mañana de un día laborable- no le resultaba para nada atractivo. De todas formas, tomó la decisión de concurrir. Si deseaba tener una recuperación integral no debía mezquinar en esfuerzos, analizó, consciente de que más allá de lo atípico de la hora, lo que más lo perturbaba era la incomodidad de presentarse ante personas desconocidas y abrir su intimidad ante ellas.
Muchos años después, escribió:

EN TODOS TUS CAMINOS
“Sin Dios no hubiera podido”. Un hombre de muchos años, haciendo memoria, reconocía que a pesar de que su vida había sido muy difícil, logró grandes cosas para él y su familia. Cosas que iban más allá de lo material. Aquel hombre se había mantenido fiel a Dios y el Señor lo recompensó con hermosas bendiciones, de esas que son imposibles de obtener sólo con esfuerzos humanos. Pongamos cada asunto de nuestra vida en manos del Señor, y él se encargará de llevarlas a buen puerto. Afrontaremos tentaciones que intentarán desviarnos hacia otros rumbos, pero si no nos apartamos del camino que nos enseña nuestro Creador, él nos ayudará a cada paso y cumpliremos con metas quizás más altas de las que nos habíamos imaginado.
Un sustento bíblico: Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo. TLA.

LAS LEYES DEL HOGAR
Los padres les ponen reglas a sus hijos, ¿pero qué duda cabe de que los aman? Ahora, ¿qué sucedería si los hijos se rebelaran y no cumplieran con las normas de una casa? Si no fueran al colegio, si jugaran videojuegos sin límites, si comieran lo que se les antojara y en cualquier horario… ¿Cómo terminarían ese niño y su familia? Dios creó este universo y puso reglas para su correcto funcionamiento. Pero como en un hogar con hijos que no hacen caso a sus padres, la humanidad le dio la espalda. Los resultados podremos comprobarlos con encender la TV y ver las noticias del mundo. No ignoremos las instrucciones de nuestro Creador. Respetarlas, nos hará tan bien como a los hijos que hicieron caso a las sabias instrucciones de sus padres terrenales.
Un sustento bíblico: Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas. 1 Reyes 2:3.

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