Pablo ya había ido a un gimnasio años antes. Ese mundo no le era desconocido. Lo que sí le resultó novedoso, fue el hecho de encontrarse con tantos rostros que jamás había visto. Uno de ellos era el del profesor, un muchacho de casi su misma edad, que lo recibió muy bien. Luego de que la secretaria administrativa le tomara los datos y el pago de la primera cuota, ella misma lo acompañó hasta el salón de aparatos y le presentó a César –el nombre del instructor- quien de inmediato, aunque no sin antes hacerle unas breves preguntas alusivas a su estado físico, lo guió a través de la rutina de ejercicios.
Empezó, como todo principiante, con muy poco peso. Y así, entre serie y serie, Pablo iba familiarizándose con las caras, las voces, el lugar… El profesor alternaba las indicaciones técnicas con su charla con la gente. Entre la concurrencia estaban aquellos que ya le tenían confianza, que conversaban con César “de igual a igual”. Según lo que Pablo dedujo, era los experimentados del grupo, para los que no había diferencias entrenador/entrenado, e incluso se manejaban solos, prescindiendo de las instrucciones del profe. De acuerdo a lo que Pablo catalogó, estos eran algo así como los populares del gimnasio. Y ante esta situación, ¿cómo no hacer una comparación con el colegio? Se tornó inevitable, para él, que no tantos años atrás había padecido en su etapa escolar estas diferencias de status. De hecho, si bien ya no era perseguido por el bullying en su forma más cruda, las marcas que su paso dejó no habían desaparecido ni mucho menos.
Muchos años después, escribió:
LA VERDADERA VALENTÍA
Gedeón fue uno de los grandes gobernantes de Israel. La Biblia cuenta que antes de serlo, Dios lo veía como un hombre valiente, mientras, extrañamente, Gedeón tenía mucho miedo por los peligros que lo acechaban en su vida. Pero el Señor mismo lo llevó luego a la gobernación y a luchar con éxito para liberar a la nación de sus opresores. Esto demuestra que cuando a veces nos sentimos preocupados porque el miedo nos invade, Dios, cuya opinión es la que más vale, nos juzga como a verdaderos valientes, si observa nuestra predisposición a vencer a ese temor que quiere dominarnos. Pero no dejemos que eso ocurra. Nuestro padre celestial, valorando nuestra valentía, nos ayudará a eso y a lograr grandes cosas en la vida si confiamos en él.
Un sustento bíblico: Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. Isaías 41:10.
LA VERDADERA VALENTÍA (II)
Siguiendo con el caso de Gedeón -uno de los grandes gobernantes de Israel- su mérito no consistió en no tenerle miedo a las amenazas que lo rodeaban, sino el hecho de poder enfrentarlas aun estando inmerso en ese estado de temor. Para actuar se apoyó en sus ganas de salir adelante pero sobre todo en el respaldo de Dios, que valorando su valentía, le dio el impulso para ir dejando atrás todos los obstáculos. Confiemos en nuestras fuerzas, que muchas veces son muy superiores a lo que pensamos, pero entendamos que quien nos dio dio esa fuerza es nuestro Creador, y que es unidos a él, que vamos a conquistar grandes cosas, inclusive, algunas que ni siquiera imaginamos.
Un sustento bíblico: Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas. Josué 1:9.