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Alvarez Thomas y Donado. Villa Ortúzar

Para la gente que en diversos horarios se dirige al norte de la Capital por Alvarez Thomas, ya sea en vehículos particulares o en transporte público, seguramente no pasará inadvertido el hecho de que en la intersección entre esta avenida y Donado, a la altura de Villa Ortúzar, sobre mano derecha, existe una parrilla repleta de clientes, cuyas chimeneas despiden un penetrante aroma a carne asada prácticamente a cada minuto del día. La abundancia de comensales que tiene, propicia que una buena cantidad de mesas hayan sido agregadas en la vereda, donde un enorme letrero que indica “abierto las 24 horas”, atrae a la gente como un imán. En ese mismo cartel, con un logo bien visible. está el nombre del lugar: “Lo de Charly”.
Los empleados que lo atienden, llevan una remera con la denominación del restaurante y la inscripción “25 años”, dando a entender que hace poco, se celebró el primer cuarto de siglo de esta parrilla que comenzó como un sencillo punto de venta para taxistas y demás transeúntes al paso, y que con el transcurso de los años, se amplió en forma considerable. Porque no sólo el local se expandió en su propia manzana, sino que en un radio de pocas cuadras, y siempre sobre la misma avenida, fueron surgiendo más sucursales con un sello común. Actualmente son cinco contabilizando la original, a la que se sumaron Totín, en la esquina con Holmberg y Avenida de Los Incas (una mini-manzana ocupada solamente por la parrilla), Thomas Heredia (en la esquina, precisamente, con Heredia), Tulio (en el cruce con Estomba) y Lo de Charly Delivery, justo frente a la casa central.

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Manuel Crespo, nuestro entrevistado. Hace cuatro años es el gerente del grupo. “Esto no es casualidad, Charly hizo bien las cosas”, señaló.

“Cuando esto arrancó apenas tenía un tamborcito con capacidad de 200 litros. Ahí, en la vereda, Charly hacía la carne para los venían a comerse un sandwich al paso”, cuenta el gerente Manuel Crespo.
Es sábado por la mañana. Para conocer más acerca de la ya legendaria parrilla, llegamos a Ortúzar con el objetivo de realizar una entrevista. La consulta efectuada a uno de los empleados, nos condujo hacia una puerta ubicada a unos metros de la entrada principal. “Tocá timbre”, nos sugirió el muchacho con el cual habíamos hecho el primer contacto. Tras seguir su consejo, la puerta se abrió y se presentó Manuel. Saludó amablemente. “¿Me das diez minutos? Enseguida estoy”, solicitó. La espera tuvo aproximadamente esa duración. De inmediato, regresó el gerente y respondió las inquitudes de BACN.
Así supimos, por ejemplo, que Carlos, el  iniciador de lo que se convertiría en esta magnética esquina gastronómica, “falleció hace unos años y continuaron sus dos socios”, informó Manuel, agregando que Charly no tenía experiencia alguna en el rubro, lo que más mérito aún le da al crecimiento experimentado en tan corto lapso.
Le preguntamos sobre el secreto de semejante explosión y sus respuestas no escapan a un patrón común: “La carne es buena y fresca, y está abierto todo el tiempo. En cualquier momento podés venir, esa es una gran ventaja”.

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En el salón principal, una pared con una impresionante cantidad de fotos de visitantes. Entre ellos, personalidades del ambiente artístico y deportivo.

En el salón principal, las paredes están decoradas por una gran cantidad de fotos. En su mayoría, son de famosos que al menos en alguna oporunidad, comieron en el sitio. Hay de Andrés y Javier Calamaro, de Luisana y Darío Lopilato, de Juanse, de Coco Sily, del Loco Gatti, de Dante Spinetta, de Diego Díaz, de Mike Amigorena, de la Tota Santillán, de Osvaldo Laport, de Claudio Caniggia, de Campi y Denise Dumas… Y la lista podría seguir y seguir.
A las 12 en punto, sólo hay un par de mesas ocupadas. Pero lentamente comenzará a llegar gente; una hora más tarde, en el interior del local se completará la capacidad y en numerosas mesas de la vereda también habrá personas ansiosas por comer.
El caballito de batalla “es un menú donde vienen bife de chorizo, provoleta, chorizo, papas fritas/ensalada. Todo para compartir, porque las porciones son abundantes”, cuenta Manuel. Esta opción cuesta entre 320 y 350 pesos. Por supuesto, entre los preferidos también está la clásica parrillada, a un valor de 400 pesos.
El gerente no conoció a Charly pero dice que si su negocio creció de esta manera, significa “que hizo bien las cosas, lo que le ocurrió es merecido y no fue casualidad porque era atento con el trabajo y con la gente. Todos hablaban muy bien de él”.
En su mejor época, la demanda alcanzó un punto tan alto, que los socios crearon una suerte de rueda de auxilio para respaldar al bastión de Alvarez Thomas y Donado. Lo denominaron “Lo de Charly Delivery” y es un local más chico, con barra y banquetas, ubicado sobre Donado, enfrente dell restaurante histórico. Según relata Crespo, no hay repartidores sino que “los clientes que se llevan la comida a su casa van a hacer su pedido ahí o llaman por teléfono y lo pasan a retirar. Abrimos los fines de semana, feriados y vísperas de feriado”.

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A cien metros de “Lo de Charly”, Totín es otra parrilla muy concurrida. Está en la esquina “mínima” conformada por Alvarez Thomas, Incas y Holmberg.

En relación a los tiempos que corren, la consulta apunta a si vale la pena tener abierto el negocio las 24 horas. La respuesta, es una afirmación rotunda. “Acá vas a encontrar gente constantemente. La parrilla está siempre preparada. Hay muchos restaurantes que cierran a medianoche. Nosotros captamos a esas personas que se quedarían sin cenar en caso de no hallar un lugar abierto”. Nuestro entrevistado destaca que si bien los fines de semana se produce el récord de público, en los demás días el caudal no disminuye abruptamente. Los que trabajan cerca o pasan por la zona, paran a comer un sandwich o piden el menú ejecutivo. ¿Horario pico? No sé si existe uno concreto. Por ahí las 10 o las 12 de la noche. Pero acá vas a ver gente siempre. A las 2 de la mañana, está lleno. También están los que salen de bailar y vienen a comer, no les importa la hora que sea..”.
El último motivo de orgullo del grupo, es Tulio, la sucursal que fue relanzada hace seis meses: la única cuya especialidad no es la carne asada. En este caso, la parrilla sigue siendo la vedette, pero con la pizza como principal asociada, aunque también salen con asiduidad las hamburguesas y picadas.
Consultado por el amplio despliegue de mesas en el exterior, Manuel aclara que con los vecinos “no hay ningún problema” y que tienen “mucho cuidado en dejar un espacio grande para que los peatones caminen tranquilos”.
Por último, si la pregunta gira en torno a la cantidad de restaurantes que proliferaron en la zona, el gerente, es terminante: “Hay para todos los gustos pero Lo de Charly es un clásico, no hay con qué darle. En todo caso, al abrir más locales, fuimos nosotros mismos los que generamos nuestra propia competencia”.

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