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ANÉCDOTAS EN LA ESCUELA DEL CÍRCULO DE PERIODISTAS DEPORTIVOS

Una noche con Ricardo Scioscia.

El 7 de abril de 1992, cubrí el partido que en la Isla Maciel sostuvieron San Telmo y Claypole, por el campeonato de Primera C. Fue por la anteúltima fecha del torneo y ganó el local 1 a 0, con gol de Miguel Ángel Leites, a los 31’ del segundo tiempo. Una fecha después, ambos equipos clasificaban para el octogonal. Defensores de Belgrano ya era el campeón, en tanto, el promedio condenaría a Leandro N. Alem y Victoriano Arenas, a jugar en Primera D la siguiente temporada. Entre los clasificados para luchar por el segundo ascenso, estaba Excursionistas.

¿Qué tenía de especial este partido entre San Telmo y Claypole? Yo lo ignoraba en ese momento, pero los acontecimientos demostrarían que en lo personal, sería mi última colaboración para la Sólo Fútbol. La cantidad de partidos, en esa época del año, mermaba considerablemente, pues los campeonatos de ascenso terminaban en sus respectivas fases regulares y la mayoría de los equipos recién retomaba la competencia unos meses después. En consecuencia, también bajaba el trabajo de los cronistas. Sin embargo, la nueva temporada ya no me tendría en el staff del histórico semanario futbolero. Lo que qué sucedió, se resume a continuación…

Más o menos por la misma época en la que cubrí aquel encuentro en la Isla Maciel, empezaba el tercer y último año del ciclo lectivo en la Escuela del Círculo de Periodistas Deportivos. Una de las materias más importantes de la carrera se llamaba, precisamente, Periodismo, la cual contenía dentro del programa, la obligación de hacer una nota en función de una figura invitada. Esta persona, por lo general, era un reconocido periodista que asistía a la clase, con el objetivo de que los alumnos le hiciéramos preguntas. A partir de este extenso cuestionario y de las respuestas del invitado, cada estudiante escribía un artículo que días después, le entregaba al docente. Los profesores a cargo de la materia, eran Armando García Rey y Luis Vázquez.

Un día, como excepción, al invitado no lo trajo el cuerpo docente sino Damián Olschansky, un compañero de curso. Era Ricardo Scioscia, periodista del equipo de Víctor Hugo Morales, quien por entonces, comandaba la exitosa tira Competencia y las transmisiones futbolísticas de Radio Continental. En esta ocasión, por la relación amistosa que tenían Damián y Ricardo, luego de la clase, surgió la idea de ir a tomar un café. Dicho y hecho. Aquella noche otoñal, al finalizar el horario de la Escuela, ellos dos y algunos compañeros, desde Rodríguez Peña 628 caminamos unas pocas cuadras e ingresamos a un bar de la Avenida Córdoba. Desde luego, Scioscia se había convertido en el foco de atención y sus comentarios llevaban la voz cantante en medio de aquel grupito de jóvenes estudiantes. En cierto momento de la conversación, Ricardo hizo hincapié en la importancia de que tuviéramos un proyecto en común, más allá del camino que estábamos transitando en la Escuela, que ya ingresaba en su tramo final. Y se habló de hacer una revista… Marcelo Fernández, compañero de clase e hincha de Defensores de Belgrano, le comentó al invitado que entre tanta oferta gráfica, el mercado carecía de una revista que se dedicara exclusivamente al fútbol de ascenso. La breve respuesta fue esta frase (o una muy parecida): “Y bueno, háganla ustedes…”

Por mi parte, brotó un entusiasmo que hacía tiempo no experimentaba. Entiendo que lo mismo ocurrió con varios de mis compañeros. Una vez que la idea cobró vida propia, Scioscia se encargó de dar algunos consejos. Dijo, por ejemplo, que para solventar el costo de una publicación mensual, había que ofrecerles a los dirigentes de los clubes, que esponsorearan las ocho páginas centrales a un precio de dos mil pesos/dólares (estábamos en plena convertibilidad). Como contraprestación, cada institución tendría la chance de incluir en ese espacio, contenido histórico y actual, además de avisos publicitarios. Y los clubes se irían turnando mensualmente para ocupar ese lugar de la futura revista. La idea era atractiva, pero apareció el primer obstáculo: el monto parecía excesivo. Marcelo Fernández lo fundamentó, explicando que se estaba barajando una cifra similar, en las tratativas entre Colegiales y Defensores por la transferencia del delantero Alberto Batallini.

La charla prosiguió con el proyecto “revista de ascenso” como eje principal. Al margen de la anécdota puntual de los dos mil dólares, continuaron los planes para concretar el proyecto. Rato más tarde, con las luces de la Avenida Córdoba como testigos, nos despedimos de Scioscia.

Unos meses, en julio de 1992, saldría el primer número de Esto es El Ascenso.

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