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Hay una enorme variedad de bicicletas. Pero salvando las diferencias más puntillosas, se las podría dividir en algunos grandes grupos. En uno de esos grupos están las bicis “con cambios”. Otro conjunto, lo conforman las playeras. Si un cliente se muestra interesado en adquirir un rodado en un negocio, posiblemente el encargado le dé a elegir entre estas dos opciones. Sin entrar en detalles, la clásica “con cambios” tiene 18 velocidades y sus comandos están uno a cada lado del manubrio
La playera, contrariamente, posee una única velocidad. A la luz de estos datos, ¿cuál es la mejor? La lógica indica que la primera. Además, entiendo, la playera no goza de buena prensa si se la compara con otros tipos de bicicleta. Acaso porque, más allá de la cuestión de las velocidades, su nombre o apodo (playera) la transforma en un vehículo propenso a ser observado con menosprecio, subestimación o desdén.
Sin embargo, he optado por una de éstas, tras haber sido usuario de una con cambios, durante muchos años. ¿Por qué no probás con una playera?, me sugirió, cierta vez, el dueño de un local. Eran días en que yo había perdido mi bici a manos de un amigo de lo ajeno –este tema da lugar a varios capítulos que en otro momento se abordarán-, y me urgía encontrar un sustituto. El comerciante fundamentó su consejo en que ya no sufriría problemas con los cambios, aunque por otra parte, creo recordar que no tenía aquél día stock de las que bicis yo buscaba. Decidí aceptar su recomendación y por primera vez en mi vida, desechando los prejuicios, tuve en mí poder una de las populares playeras, a un precio similar al de una de 18 velocidades.
Confieso que no me he sentido defraudado. Más bien, todo lo contrario. Sí había experimentado anteriormente a esta adquisición, continuas dificultades ligadas a las salidas de cadena, afectada por el movimiento producido por los cambios en la marcha, nunca más los tuve. Para circular por las calles de la ciudad, qué mejor que un elemento simple, durable, y que no traiga dolores de cabeza cuando uno menos los espera…
Hubo que adaptarse, eso sí, a una nueva modalidad de conducción. La diferencia sustancial está en el frenado, que deja de ser manual, y en el manubrio, para ser contra-pedal, y con los pies. O sea que el rodado aminora su velocidad o la detiene totalmente cuando con un pie se realiza el movimiento en sentido contrario al del avance. Deduzco que por esta razón es que la bicicleta recibe el mote de playera: en una superficie deslizante como la de la arena, es difícil lograr el frenado de la forma tradicional y fue necesario idear esta variante.
Otra de sus ventajas tiene que ver con que gracias a la playera, se acabaron los problemas de desgaste y rotura en pastillas y/o cables de los frenos. ¿Y los puntos en contra? Tal vez, el principal sea que en una calle empinada, la chance de reducir la velocidad no existe y hay que realizar una fuerza notable, que sólo se podría evitar si uno se baja y hace el tramo caminando. Otra, es la imposibilidad de clavar los frenos instantáneamente, si el pie no está justo en la posición correcta, acción que en ese caso, puede llegar a demorar un segundo más.
Una tercera desventaja es el manubrio elevado, que obliga a tener los hombros levantados y el cuerpo erguido. Pero esto depende de los gustos de cada uno. En lo personal, logro un mayor descanso físico en esta posición, que estando inclinado hacia adelante, como generalmente exige el manubrio bajo de bicis más tradicionales.