VIDA COTIDIANA: ¿CABA, UNA SELVA? ¿EL INTERIOR, UN REMANSO?

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El mismo periodista de BACN que debió viajar desde la Capital Federal a la localidad bonaerense de Lobos y describió en este sitio una disyuntiva que atravesó a propósito de los medios de transporte, vivió allí una experiencia que lo llevó a escribir el siguiente artículo.

Existe cierto cliché que indica que mientras la Ciudad de Buenos Aires es “una jungla”, las calles del interior de la Argentina son un remanso libre de fastidio, y donde la gente se saluda aún sin conocerse. Desde luego, esto jamás se da en un cien por ciento. Pero por lo general, el cliché tiene cierta coherencia, al menos en lo referido a Buenos Aires con respecto a la indiferencia y/o el malhumor de quienes la transitan cotidianamente. Y en el interior, ¿será así también?

Lo que me sucedió en mi viaje puede tomarse como un caso aislado, o bien como una muestra de la realidad. Lejos de querer establecer un patrón de conducta colectiva, al final del relato cada lector podrá sacar sus propias conclusiones.

Mi trayecto comenzó abordando un vehículo de la Línea 39, que me acercó a Coronel Díaz y Arenales, la esquina desde donde partió la combi hacia Lobos. La travesía en este colectivo casi no presenta material para el análisis: un viaje como tantos, algún discreto saludo entre quienes subían y el chofer, y punto. Hasta aquí, nada fuera de lo “normal”.

Ya instalado en mi destino, tuve la oportunidad de tomar un colectivo local –el 501- para ir a conocer la famosa laguna, lo que constituye uno de los paseos predilectos de la zona. El viaje de ida duró aproximadamente media hora y tampoco sucedió nada extraño. No obstante, en el trayecto contrario, el sorprendente comportamiento del conductor no dejó de llamarme la atención desde el inicio hasta el fin del recorrido. ¿Qué pasó? Pues bien, apenas estuve arriba del transporte, comprobé como el chofer –un hombre barbado, de unos 40 años- saludaba con una marcada efusividad a cada uno de los que íbamos subiendo. No era el saludo “con vergüenza” que por lo bajo se acostumbra a efectuar en Buenos Aires sino un recibimiento con voz bien audible. Algo así como un “hola, qué tal, cómo estás…” bien fuerte.

Era obvio que a varios pasajeros ya los conocía, porque además del saludo tradicional, agregaba alguna frase con deseos de buen año. Las personas se lo retribuían y se dirigían a sus asientos, mientras él, lejos de conformarse con ofrecerles la bienvenida de compromiso, intentaba estirar la charla y ponerle un toque de humor a sus comentarios. Los alcances de su conversación iban, incluso, hasta el fondo del vehículo. Para esto, debía forzar la voz casi hasta gritar, aunque esto no parecía generarle incomodidad. Por el contrario, lo disfrutaba.

El conductor no discriminaba sexo ni edad: su interacción era con absolutamente todos. En un momento, subió una mujer con varios chicos. Se sentaron adelante. Con esta gente la confianza era mayor, a tal punto que trataba de divertir a la nena más chiquita –de unos dos años- y dialogaba con la mujer como si fueran de la familia. El chofer llegó a contarle que se hizo unos análisis médicos y que los resultados podían haber sido “un desastre”, pero que le dieron bastante bien.

Cuando estábamos arribando a la terminal, me acerqué a preguntarle dónde podía cargar la SUBE. Sin tener demasiada clara la respuesta, se esmeró para indicarme algunos posibles lugares. Segundos más tarde, luego de agradecerle, me bajé y no volví a verlo. Su particular timbre de voz y su buena onda me quedaron grabados hasta el instante de redactar estas líneas. Al mismo tiempo, las preguntas repiqueteaban en mi mente: ¿un caso aislado o una muestra del interior del país? ¿En la Capital Federal es todo lo contrario o también hay choferes con este estilo? Mientras termino de darle forma al artículo, pongo en Google estas palabras: “chofer colectivo buena onda”. De inmediato, el buscador saca a la luz unas cuantas notas de 2022. Por ejemplo, las que destacan que un conductor de la Línea 152 canta a lo largo del trayecto, o las que uno de la 74, armó un grupo de whatsapp para avisarles a sus pasajeros novedades sobre el recorrido. Ambas pertenecen al ámbito porteño.

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