UNA VISITA AL PLANETARIO

A eso de las cuatro de la tarde, la sala principal del Planetario está completa. Chicos y grandes en sus respectivos asientos, se reclinan hasta quedar casi acostados, y con la posibilidad de observar hacia arriba, donde la cúpula proyectará una impresionante imagen del cielo estrellado de Buenos Aires. “Así se verá el cielo esta noche”, señala el locutor, haciendo hincapié además en la gran concurrencia que el lugar tiene en estos días de vacaciones de invierno. “Son siete funciones diarias y vamos por la sexta”, aclara el hombre que realiza la locución en off. Minutos después, su voz se acalla, dando pie a que en una sala en penumbras, comience a rodar un documental de una media hora de duración. En la proyección es generoso el vocabulario asociado al mundo espacial: planetas, satélites, estrellas, galaxias,  constelaciones… En el centro del recinto circular, rodeada por los asientos, una gran esfera (“este es el verdadero Planetario”, había aclarado el locutor) constituye el sistema de proyección que ilumina la cúpula con sus impactantes imágenes.

El Planetario Galileo Galilei se encuentra a metros de la intersección entre Avenida Sarmiento y Belisario Roldán (Parque Tres de Febrero, barrio de Palermo). Su construcción comenzó a gestarse en 1958. A fines de 1966 se inauguró y su primera función, tuvo lugar a mediados de 1967. De la misma participaron alumnos de dos colegios. En abril de 1968, fue abierto al público en general.

Para estas vacaciones de invierno, la demanda para visitar el Planetario ha sido muy alta. Prueba de ello, es el letrero de “entradas agotadas” que figura en su sitio web oficial, planetario.buenosaires.gob.ar. En dicho portal, se apunta: “Somos un equipo con un profundo afecto por nuestro trabajo. Lo realizamos con compromiso y responsabilidad, sumando esfuerzos para que todos puedan disfrutar de cada actividad de Divulgación Científica. Estamos convencidos de que nuestra tarea es lograr que el conocimiento científico trascienda el mundo académico y sea accesible a todas las personas. Intentamos estimular y motivar la curiosidad, el disfrute y la vocación científico – tecnológica y para lograrlo trabajamos día a día”.

Culmina la proyección. Se oyen los aplausos de la concurrencia. Lentamente, la gente abandona la sala, saliendo al pasillo circular, donde otra gente aguarda en fila para ingresar a la última función del día. Desde los ventanales, la estructura arquitectónica permite tener una excelente postal panorámica de esta zona de Palermo. Escaleras abajo, las entrañas del Planetario quedan al descubierto, con la posibilidad de apreciar las instalaciones abundantes en telescopios profesionales y diverso material para el estudio de la astronomía. La institución también cuenta con una biblioteca y un museo.

En el sector de acceso al edificio, aunque en el exterior del mismo, se exponen meteoritos que, precipitados a tierra años atrás, fueron llevados al Planetario para tengan la chance de apreciarlos quien por allí circulan. Entre ellas, “La Perdida”, una enorme piedra hallada en la provincia del Chaco en 1965.

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