PORTEÑOS PSICOANALIZADOS

8_esquinas_2017

Uno de los Tocs más extraños de Pablo, estaba relacionado con una radio que llevaba consigo durante buena parte del día. Adepto a la radiofonía, utilizaba su pequeño aparato a pilas AAA para escuchar programas deportivos y de interés general. Cuando estaba afuera de su casa, utilizaba sus auriculares mientras el aparato, encendido, lo tenía guardado en el bolsillo. El problema llegaba en una tanda publicitaria y/o en los temas musicales. Como a Pablo no le interesaba oír ninguna de las dos cosas, presionando un botón apagaba instantáneamente la radio, intentando hacerlo justo en el instante en que se hacía silencio. En esa ínfima fracción de segundo, procuraba apretar el botón. Pero si cuando la radio se apagaba justo alguien había empezado a hablar o daba comienzo un tema musical, él volvía a fojas cero y a practicar su fastidiosa rutina, que se repetía hasta que al fin conseguía acertar. Esto, podía llegar a demandar muchos intentos, pero Pablo insistía una y otra vez. Por más que lo deseaba con toda su fuerza, no podía desechar su hábito obsesivo.

Muchos años después, Pablo escribió: “¿De quién es la culpa?”.

En una noticia que salió a la luz hace unos días, se informaba que el 99 por ciento de la población respira aire contaminado, de acuerdo a lo que dio a conocer la Organización Mundial de la Salud. Miles de años atrás esto no era así: Dios nos entregó un planeta sano y limpio para que lo habitemos. El hombre, poco a poco, se encargó de deteriorarlo, de contaminarlo… Tanto, que la tierra ha ingresado en un momento crítico, que debido al cambio climático y a otros graves inconvenientes, la lleva a una situación desesperante. ¿Vamos a seguir culpando a Dios, por las enfermedades, las guerras, el hambre y todo lo que nos pasa? ¿No será tiempo de hacer una autocrítica y darnos cuenta de que el propio ser humano, es el que por darle a espalda a su Creador, solo, solito, se ha metido en un callejón del que no puede salir?

Un sustento bíblico:

Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón. Proverbios 28:13.

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