PORTEÑOS PSICOANALIZADOS

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El invierno en esta parte del globo terráqueo se halla en una etapa avanzada. Las leyes naturales indican que así sucede en el hemisferio norte, pero con el verano. Al igual que seguramente mucha gente, Pablo se asombró cuando supo que una ola de calor instalada sobre Europa, provocó que la temperatura subiera a 48 grados centígrados en Italia. Durante el frío invierno porteño, y con unos 40 grados menos que en el Viejo Continente, en esta misma semana, trascendió un preocupante informe referido al cambio climático. Una vez enterado de estas noticias impactantes, difundidas en el contexto de una pandemia que lleva más de un año y medio de vigencia, Pablo sintió la necesidad de expresarse por escrito. A diferencia de otras oportunidades, el arranque de su relato, lo hizo en primera persona. El título que eligió fue el siguiente: “Ver cómo la rebeldía se relaciona con la caída”. Y lo unió a las líneas transcriptas a continuación:

Entre tantas informaciones difundidas hace pocos días, hay una que sigue instalada en mi mente: en 2040, el calentamiento global podría hacer que la temperatura se eleve 1,5 grados por sobre el promedio actual, lo que ocasionaría grandes problemas en el mundo de ese momento. Problemas que hoy, ya estamos notando…

Ahora, otra reflexión, aparentemente, desconectada de esta preocupante noticia: la rebeldía se manifiesta en los seres humanos de maneras diferentes. Pero lo que no falla, es la rebeldía de los seres humanos. Desde chicos, nos rebelamos ante nuestros padres. No importa la edad: obedecerlos, no nos atrae en absoluto. Antes de la adolescencia, esto no suele ser un problema grave. Sin embargo, cuando llegamos a esta etapa el peligro es más grande, pues esa rebeldía ya no puede ser contenida tan fácilmente por nuestros mayores, y por negarnos a escuchar la voz de la experiencia y creer que nosotros todo lo sabemos mejor, solemos meternos en serias dificultades. Hoy en día, la rebeldía llegó a tales extremos, que niños, jóvenes y adultos, ni siquiera reconocen la autoridad de gente que antes era muchísimo más respetada, como maestros o policías. En el afán de hacer lo que le plazca, al ciudadano de esta sociedad ya no le importa desafiar jerarquías o transgredir leyes. Con tan solo observar un semáforo, podemos ver la frecuencia con la que ignoramos las reglamentaciones. Y si en otros países las personas son más respetuosas de las leyes, seguramente no sea porque tiene el deseo genuino de cumplir, sino por las fuertes penalidades que los esperan si no las acatan.

Así como es el hombre de rebelde entre pares, también lo es ante su Creador. En líneas generales, esa actitud lo ha llevado a desconocer su autoridad, a ignorar su poder, a levantarse en contra de sus instrucciones y mandatos. Esto ocurrió en todas las épocas, aunque quizás en estos tiempos, la situación se haya acentuado y no sería extraño que dicha tendencia a alejarse de Dios continúe. Este comportamiento recargado de individualismo y rebeldía, condujo al ser humano a ir destruyendo gradualmente el hermoso planeta en el que Dios lo colocó.

Aquí, queda claro que la reflexión del principio no estaba desconectada de lo que venía a continuación. La ecuación es clara: el hombre podrá seguir dándole la espalda a Dios. Y a medida que insista en ello, también irá acelerando su propia caída.

Un sustento bíblico:

Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Santiago 3:16.

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