PORTEÑOS PSICOANALIZADOS

Cuando se ponía a escribir y de su mente salían tantas recomendaciones/consejos, Pablo imaginaba que sus eventuales lectores, podrían llegar a menospreciar estas reflexiones. A veces pensaba que en caso de darse un diálogo con alguno de ellos, le dirían algo como esto: “Y vos qué te crees, que venís a darle consejos a la gente. ¿Acaso sos perfecto?”. O también, que las sobrevaloran, para lo cual, una frase así sería un buen modelo. “Vos sí que entendés de la vida, ¿cómo hacés para tener todo tan claro?”

Pablo no se sentía cómodo en ninguno de los dos extremos. Observaba con intranquilidad que alguien pudiera ridiculizar sus opiniones, pero a la vez, tampoco quería dar una imagen de “sabelotodo”, pues lo cierto, es que más allá de que en la teoría parecía encarar las cuestiones de la vida con aplomo y seguridad, en la práctica, no siempre le resultaba sencillo ni obtenía resultados acordes a lo deseado. Ahora bien, ante el peligro que significaba pensar demasiado y hacer poco, optó por no dejarse absorber por sus especulaciones, y siguió dejando asentadas por escrito diversas opiniones. A la siguiente, le puso como título: “Ser ejemplo a la hora de priorizar”.

«Primero está el colegio y después la diversión». ¿Cuántas veces les hemos dicho a nuestros hijos una frase semejante? A veces es muy fácil reconocer una prioridad cuando no somos nosotros los que debemos cumplirla. Por eso, a menudo, mientras exhortamos o aconsejamos a otra gente a cumplir con su deber, somos nosotros mismos los que caemos en la tentación de irnos detrás del «circo» y darle la espalda a temas que requieren mayor atención. Quizás no lo notemos en el momento, pero este comportamiento, a la corta o a la larga, puede terminar causándonos serias dificultades.

El entretenimiento es importante que figure en nuestras agendas. Lo que tenemos que intentar, es no confundirnos, quitándole tiempo a expensas de la diversión, a asuntos prioritarios como la familia, el trabajo o la salud.

En paralelo, el hecho de darle a Dios el primer lugar en nuestra vida, aunque implica que Él sea la prioridad, no significa que debamos renunciar a todo lo que nos rodea. Por el contrario, cuando lo coloquemos en el sitial que Él nos señala, el Señor mismo obrará para que a la par de nuestro amor hacia Él, seamos fortalecidos en diferentes áreas de lo cotidiano, como lo familiar, lo laboral, etc.

Un sustento bíblico:

Humíllense delante del Señor, y él los exaltará. Santiago 4:10.

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