PORTEÑOS PSICOANALIZADOS

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El confinamiento estaba de vuelta en la Argentina. Más de un año atrás, la situación era muy similar. ¿Quién hubiera creído que tanto tiempo después, los argentinos volveríamos a estar encerrados, a la espera de que el Covid frenara sus fuertes avances? Pablo no quiso analizar en profundidad los motivos del agravamiento de la situación. Pero sin echar las culpas sobre unos u otros en particular, entendió que con su rebeldía y su falta de consideración hacía el prójimo, el ser humano en general no hacía más que hundirse a sí mismo. Y la rebeldía, ¿hacía quién era? Hacia toda autoridad y, principalmente, hacia su propio Creador, pues al darle la espalda, al menospreciar o ignorar sus instrucciones, el hombre como especie, sólo había logrado meterse en problemas. Pablo, entendía que la pandemia que atacaba al planeta, era uno de las tantas dificultades generadas por la misma raza humana, que se empeñaba en desconocer las instrucciones que Dios había entregado a través de las Sagradas Escrituras. A esa dirección apuntó una de sus reflexiones, a la que tituló: “No esperar a tener la soga al cuello para ir en su búsqueda”.

Estaba atravesando un pésimo momento personal cuando clamé por socorro. Un sabio consejo recibido años antes, me invitaba a pedirle ayuda a Yeshúa (Jesús) cuando la necesitara. Omití esta recomendación durante mucho tiempo, y fue necesario que me viera en serios aprietos para aplicarla. Pero al hacerlo no me vi defraudado. Todo lo contrario. Recibí una respuesta asombrosamente concreta. Allí comenzó para mí una vida distinta. Tanto que si algo lamenté, fue haber perdido un tiempo precioso, por no haber buscando antes al Señor. Fueron años y años creyendo que yo estaba bien, y que Dios no me hacía falta, aunque ninguna de las dos cosas, eran verdaderas.

Lamentablemente, así como me ocurrió a mí, mucha gente vive creyendo que Dios no existe, o que no lo necesita, y recién se acerca a Él cuando se ve involucrada en asuntos de extrema gravedad. Porque Él nos ama, está esperando, de todas formas, cualquier momento para ir en ayuda de quienes requieren de su presencia. Pero si aquí cabe una sugerencia, es la de no llegar a un punto de desesperación, y estar con la soga al cuello para correr a sus brazos. Ahora mismo, Yeshúa aguarda que acudamos a su encuentro, y así, como el Dios vivo que es, entregarnos su amor y salvación, a absolutamente todos –sin acepción de personas- los que lo buscamos con un corazón sincero.  

Un sustento bíblico:

Nosotros amamos porque él nos amó primero. (1 Juan 4:19).

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