Pelota a Paleta y gastronomía, las claves de un club que sueña con resurgir

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El Club Urquiza es una de esas instituciones en las que un deporte no tradicional, es el que lleva las riendas y hace que se movilice toda la estructura deportiva y social. En este caso, Pelota a Paleta es la actividad que le da impulso a un club octogenario, muy identificado con su barrio y vecino cercano a la estación que lleva el mismo nombre.

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Por otro lado, al Urquiza también se lo asocia con lo culinario. Es que su restaurante, abierto de lunes a sábados desde las ocho de la mañana hasta pasada la medianoche. es un reducto “a la calle”, que en base a su amplia oferta, atrae también a muchos comensales del barrio en general.
Buenos Aires Clubes y Noticias dialogó con la gente del ámbito deportivo y con la del sector gastronómico, a fines de conocer más en profundidad, la manera en la que cada uno desde su posición, pone el hombro para que el club siga siendo uno de los estandartes del barrio.

“ES DIFÍCIL, PERO VA QUERIENDO”

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El presidente y sus compañeros. Pablo Torriano es el tercero desde la izquierda.

Pablo Torreira es presidente desde hace cuatro años. También, lo había sido en un perído anterior. En total, ya son 16 años los que lleva en la Comisión Directiva. Y si se contabilizara el tiempo que acumuló como socio, la cifra se incrementaría notablemente, ya que concurre al local de la calle Franklin D. Roosvelt “desde chiquito”, como dice cuando se le pide que haga memoria.
Torriano encabeza una Comisión Directiva cuyos integrantes, son todos jugadores de Pelota a Paleta. Actualmente no están federados, pero en años enteriores lo estuvieron, y en esos tiempos. el presidente llegó a ser pelotari de primera división. La pasión la heredó de su padre -ya fallecido-, que incluso se consagró campeón mundial representando a la institución.
-¿Cuántos socios son?
-Unos 70 u 80 socios. Este es club un club chico, muy familiar. La actividad más importante siempre ha sido Pelota a Paleta. Además tenemos un gimnasio y un primer piso con otras actividades, como ping pong, fisicoculturismo y danzas.
-¿Sos vecino de Villa Urquiza?
-De toda la vida. En este barrio fui al colegio, hice mis amigos…
-Hablemos un poco más del club.
-De a poco vamos creciendo. Los directivos anteriores ya eran gente grande y se fueron alejando. Desde que agarramos los de Pelota, hemos avanzado bastante. En socios y en actividades. Esto estaba medio venido abajo. Nosotros le dimos más impulso… También es importante el buffet, que  mejoró mucho con la nueva concesión.
-¿Cuáles son las principales preocupaciones?
-Acá constantemente hay que invertir para mejorar la estructura. Es un edificio muy viejo, nos la pasamos pintando, reparando, hacemos lo que podemos. Aparte debimos afrontar la suba de tarifas. Se nos hizo difícil pero de a poco va queriendo. Ahora se está intentando poner los papeles al día.
-¿Qué es lo más lindo de ser pelotari?
-La camaradería, las amistades. Para mí esto es un hobby, una pasión… Y al club lo siento como mi segunda casa. Dos veces por semana venimos a jugar, nos quedamos a comer. Es como un tercer tiempo. Estamos cómodos.
-¿Hay posibilidades de que vuelvan a federarse?
-Estamos en ese camino. Nosotros también tenemos escuelita de Pelota a Paleta. Competir es muy lindo.
-El Círculo Urquiza está a una cuadra y allí también éste es un deporte fuerte. ¿Lo ven como un clásico?
-Sí, pero bien… Siempre con buena onda. Ellos han venido acá y nosotros fuimos allá. Nos conocemos todos.

“ES UN PROYECTO EN CONJUNTO”

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Ariel y Damián en el restaurante del club. Son dos de los integrantes de una familia bien gastronómica.

La concesión a la que el presidente hacía referencia, es mucho más que el buffet tradicional de un club de barrio. En el Urquiza, el local se encuentra en la parte delantera de la sede, con vista a la calle y mesas en la vereda. Pulcritud, correcta decoración, luminosidad y una carta con oferta abundante, lo colocan a la altura de cualquier restaurante de muy buen nivel. Una familia compuesta por padre, madre y tres hijos, es la que lo atiende.
“Mi viejo fue uno de los creadores de este emprendimiento”, cuenta Damián, uno de los dos hijos varones del matrimonio (además están Ariel y Florencia). “La idea es dar un buen servicio y abrir las puertas al barrio, sin perder la esencia social del club”, agrega.
Mientras se efectúa la nota, su mamá, del otro lado del mostrador, prepara las cosas para el horario de la cena. Excusándose amablemente, prefiere no intervenir en el reportaje. Tampoco su hermano, que está a punto de salir a cumplir con su otro trabajo: árbitro de básquet. De hecho, Damián también lo es. Y por si esto fuera poco, su profesión es la de abogado.
-El restaurante lo llevamos adelante en familia, pero cada uno tiene por su cuenta sus propias ocupaciones. Entre todos nos vamos cubriendo y también los empleados colaborarn y responden. Es un proyecto que hacemos en conjunto.
-¿Cómo arrancaron?
-Esto ya estaba cerrado. Se venía abajo. Un día pasé y vi que se alquilaba. Se lo comenté a mi viejo, le gustó y poco después llegamos a un acuerdo con los directivos.
-¿Tenían experiencia en el rubro?
-En gastronomía, cero. Mi papá sí tuvo comercio. Al princpio la idea era poner una parrilla. Hoy en día tenemos todo, parrilla, pastas, minutas.
-¿Cuál es punto fuerte del restaurante?
-La parrillada: asado, vacío, achuras… El que pide se lleva un poco de cada corte. Las pastas caseras también son muy buenas. Y además está el plato diario, que es  un poco más económico. Algunos sábados a la noche, traemos shows de tango, folclore. Tratamos de darle un servicio extra al vecino.
-¿Cómo los recibió la gente del barrio?
-Bárbaro. Nosotros ya éramos conocidos en Urquiza. Nacimos a una cuadra: Roosvelt y Andonaegui. Parábamos en la Plaza Echeverría, o en Triunvirato y Monroe. Esa es la esquina emblemática. Ante cualquier conflicto barrial, nos reunimos ahí con los vecinos. Nosotros participamos de las asambleas de 2001, de la recuperación del Cine y Teatro 25 de Mayo. Pero sí, la respuesta fue excelente.

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