Muy cercano al límite entre tres barrios, se encuentra este pasaje de algo más de cien metros de longitud. En la intersección de las avenidas Eva Perón y Escalada, coinciden Parque Avellaneda, Villa Lugano y Mataderos. De lado de este último barrio, y con extremos en Chamical y Eva Perón, Cuyo ofrece algunos atractivos, como ser la calma que tanto disminuye en la populosa avenida donde finaliza su recorrido. La breve arteria, más allá de la tranquilidad que presenta a lo largo de su trayecto, representa la entrada a una zona en la cual prevalecen el silencio y la quietud. Este rincón residencial de Mataderos se caracteriza por su silencio, por las viviendas bajas (en general, algo vapuleadas por el paso de las décadas), y por un punto verde como epicentro: la plaza Henry Dunant, oasis rectangular donde precisamente, se origina Cuyo.
En relación al pasaje, a diferencia de muchos otros de su especie, es mano en una única dirección: hacia Eva Perón. Además se encuentra asfaltado y los autos, están estacionados sobre el cordón derecho. Cuando se realizó la visita –por la tarde de un jueves de enero-, también había un coche estacionado a la izquierda, aunque éste estaba… arriba de la vereda. La calle tiene unos cuantos árboles pequeños, si bien en un tramo, por aproximadamente treinta metros, es notoria la carencia de especies arbóreas, hecho que, como consecuencia, genera la ausencia de una sombra que muy necesaria sería para mitigar los efectos del fuerte calor irradiado por el sol veraniego.
En una de las ochavas de Cuyo y Chamical, un local de fachada amarilla, aparece como una de las dos únicas expresiones comerciales del pasaje. Sin embargo, no se alcanza a apreciar si se trata de un negocio que está en actividad. Las antiguas persianas metálicas de sus laterales están bajas. La cortina central sí está levantada y deja al descubierto una puerta vidriada, doble hoja, pero no se observa letrero ni marquesina alguna. En la parte superior, un toldo a rayas verdes y rosadas en aparente buen estado, permite deducir que la propiedad no está abandonada.
Hacia el medio de la cuadra, de mano derecha, un cartel de una inmobiliaria promociona la venta del único terreno tapiado del pasaje. Detrás de los afiches publicitarios, se esconde una vivienda con jardín al frente que alguna vez –difícil precisar cuándo- estuvo habitada.
Las demás casas de Cuyo, en su gran mayoría, son vistosas y gozan de buena salud a simple vista. Las que se lucen son un puñado de chalets y viviendas de dos plantas. En una de las esquinas de Cuyo y Eva Perón, está el comercio restante: una verdulería protegida del sol por un toldo verde. Junto al negocio, en la vereda, una sobrilla multicolor le entrega una cuota de sombra a esa piletita de natación tan provechosa para que se refresque el niño que retoza entre los cajones.
