MEMORIAS DE UN PORTEÑO DEL CAMPO

Avigdor

Decía que luego de haberme radicado en Buenos Aires, volví dos veces a la Colonia. La segunda fue de vacaciones, en 1989, a mis casi 50 años. La primera fue mucho antes, cuando yo tendría unos 16 o 17… Resulta que se organizó un viaje masivo de jóvenes avigdorianos residentes en la Capital Federal. Se contrató un micro particular y un fin de semana, volvimos de visita al pueblo. Allá jugamos un partido de fútbol contra los que todavía seguían viviendo en Entre Ríos, una especie de desafío entre avigdorianos y nosotros, los “porteños”. La pasamos muy bien… Cada vez quedaba menos gente en la Colonia, en relación a los inmigrantes alemanes y su descendencia.

En la Argentina ya gobernaban los militares, que habían derrocado a Perón en septiembre de 1955. Fue justo el año de mi llegada a la Capital Federal. Hacía sólo unos meses que estaba viviendo acá. Conservo un fugaz recuerdo de aquellos acontecimientos. Es un pantallazo de un viaje que hice por la General Paz, cuando por la avenida circulaban las tropas militares. Perón cayó el día 23. Ese mismo mes, aunque no tengo claro si antes o después del golpe, mis padres llegaron desde la provincia junto con Juan, mi hermano menor, para que nos estableciéramos todos juntos en Buenos Aires.

Inés, mi hermana mayor, y yo, ya estábamos instalados. Ella trabajaba ayudando en la casa de unos conocidos y yo, temporalmente, vivía en la casa de Rudy, mi tío materno, en la localidad de Pilar, en la zona Norte de la Provincia de Buenos Aires.

En la Colonia vivimos en dos lugares diferentes. Ya conté que al principio, siendo yo muy chico, estábamos en una zona rural, un descampado donde las únicas casas en muchísimos metros a la redonda, eran la nuestra y la de mis tíos, Walter y Eduviges. Con mis hermanos íbamos a la escuela primaria, recorriendo las grandes distancias a caballo. En el pueblo no existía otro medio de transporte que no fuera ése. Ni siquiera bicicletas había…

Unos años más tarde mi papá consiguió trabajo como contador en la cooperativa de la Colonia. Gracias a eso, pudimos mudarnos al centro. Era muy diferente a vivir en el medio del campo, aunque de todas maneras las limitaciones seguían existiendo, al igual que en toda la localidad. Me acuerdo, por ejemplo, que sólo había una radio. Estaba en la cooperativa. Los domingos se juntaba muchísima gente alrededor del aparato, para escuchar los partidos de fútbol. Supongo que esas reuniones con la radio como principal atracción, habrán incidido para que se fortalecieran mis preferencias futbolísticas por San Lorenzo. A diferencia de aquellos que pasan por más de un cuadro hasta encontrar el definitivo, el Ciclón fue mi único equipo. Pero debo reconocer que me había hecho «cuervo» en circunstancias atípicas, cuando en la casa de Manuel Salomon -un chico un poco más grande que yo-, este vecino me preguntó: «Vos, ¿de qué cuadro sos?». Yo andaría por los diez años y todavía no tenía gustos definidos en ese sentido. No supe qué decir. Se me ocurrió repreguntarle: «¿Y vos de quién sos?». Cuando me contestó que de San Lorenzo, repliqué con seguridad: «Ah, del mismo cuadro que yo».

En mis primeros tiempos como azulgrana admiré mucho a José Francisco Sanfilippo. El “Nene” debutó en la primera en noviembre del ’53 a los 18 años. Yo acababa de cumplir 13. Una semana después de su debut le metió dos goles a Banfield. Ya en Buenos Aires, tendría la oportunidad de verlo en vivo, desde las tribunas del Viejo Gasómetro de Avenida La Plata.

Continuará…

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