En las entrañas del legendario Alumni (quinta parte)

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Llega 1891, se sortea el fixture del primer certamen local y la fecha inicial determina un clásico: BAEHS-Saint Andrews. Su representante en la ceremonia, es el mismo sacerdote que había obstaculizado el advenimiento del football casi diez años atrás, lo que precipitó la renuncia de Hutton. Es que la popularidad del deporte de los “ingleses locos” iba en aumento. Los diarios The Standard y Buenos Aires Herald le dan abundante cobertura, a los cuales habrá que añadir a un periodico que era “contra” pero ahora sí ve al football con mejores ojos: El Tiempo.

En 1900 BAEHS debe cambiar su denominación para no hacerle propaganda a un establecimiento privado y Hutton propone -en la vida real lo hizo Carlos Bowers-Alumni, buscando enaltecer el valor de esos alumnos que engradecieron del football y el culto a la caballerosidad deportiva. Uno tras otro se van apilando los títulos, circunstancia que es tocada resumidamente en la película (el hombre de fútbol quizás se queda con ganas de ver más), pero la recreación de aquellas fabulosas campañas es abordada a cuentagotas con algunas escenas ficcionadas de los partidos.

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En cambio, a un par de alumnistas el guión les da la posibilidad de sobresalir. Son Mister Andy Mack (Pedro Quartucci), gran amigo de Hutton, profesor y jugador del BAEHS, y José Buruca Lafforia (Héctor Coire), el notable arquero procedente de Barracas, atajador y gambeteador en similares proporciones. Se les otorga a ambos cierta debilidad por la bebida -se los ve brindar sin reparos cada vez que Alumni alza una copa-, aunque sin apartarse del tono humorístico que caracteriza a algunos pasajes del filme.

El argumento no descuida la vida matrimonial de Hutton. Su fiel compañera ha contraído una enfermedad -no se menciona que es cáncer- y lucha contra ella, apuntalada por su marido y atendida por el doctor Pirovano, quien recomienda que la pareja vuelva a Gran Bretaña para un mejor tratamiento. Sin embargo, Margarita, valiente, se niega a irse del país que la cobijó y en donde halló la felicidad junto a su familia.

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Al aproximarse el final, sobreviene el segmento donde alegría y dolor se funden provocando el clásico nudo en la garganta: Alumni recibe a una selección sudafricana pero la silla de Don Alejandro está vacía, pues se ha quedado a cuidar a su esposa, cuya salud empeoró. Aquí, está presente la referencia bíblica. Ella susurra desde la cama, así como en el Antiguo Testamento Rut le dice a Ester: “No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”.
En la cancha Alumni vence a Sudáfrica con gol de Alfredo Brown. Es el primer triunfo de un elenco local sobre un extranjero no sudamericano en la historia del balompié nacional. Cuando la delegación victoriosa está regresando a casa de los Hutton, Margarita oye el griterío que invade su habitación. “Ya vienen, ya están aquí”, se conmueve, con un hilo de voz. Su esposo se asoma a la ventana, feliz, pero cuando se da vuelta, ella ya ha partido…

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Este ha sido un giro del guión. En la vida real Margarita falleció en 1893, 13 años antes del partido en cuestión. El matrimonio tuvo tres hijos: un varón (Arnoldo, crack del Alumni y la Selección) y dos mujeres. En 1902 -esto no se muestra en la película- Hutton volvió a casarse con Catherine Waters. No tuvieron descendencia.
Minutos después, el final: los jugadores amagan con retirarse en 1906. Alegan estar grandes y tener otras obligaciones, pero su maestro ve más allá y adivina que no quieren continuar por la muerte de Margarita. “¿Acaso yo he disuelto este colegio que se levantó con su amor y con su fe? ¿Acaso su alma no sigue entre nosotros como el primer día? Al contrario, cubramos su ausencia material haciendo todo aquello que fue la razón de su vida”, los convence Don Alejandro.

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Alumni sigue ganando pero en 1911 sí, sus jugadores dicen basta. En el match definitorio -no se aclara el rival-, tras una acción brusca sufrida por uno de sus players, Jorge Brown reúne a sus compañeros y los arenga: “Son los últimos 5 minutos. Si les empatamos, ganaremos el campeonato, recién entonces nos iremos de las canchas” (en la realidad, el partido que corona a Alumni es un triunfo por 2 a 1 ante Porteño).
Hutton los observa con orgullo desde su asiento en la tribuna.  Si bien en la película la alusión a las causas del retiro es superficial, el incremento del juego violento sí fue una de las razones que condujo al club a disolverse. Prácticas deselales a las que los alumnistas no estaban acostumbrados ni querían acostumbrarse y un progresivo deterioro del amateurismo que tenían como bandera, se estima que han sido los motivos.

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El juego se reanuda y el equipo rojiblanco, de arremetida consigue el tanto buscado. Gol, campeonato y epílogo. Las palabras de despedida pertenecen a Don Alejandro, quien con la copa entre sus manos, se dirige así a sus muchachos: “Ahora que el Alumni se ha disuelto hagamos una promesa. Todos los años, en el día de hoy, brindaremos en esta copa por los 9 campeonatos, por el EHS, escuela de campeones y por la memoria de los que ya no están más a nuestro lado. Señores…, por ella…”

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