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En el otoño de 1994, fuimos con Ricardo Fioravanti a la cancha de Ferrocarril Urquiza. ¿El objetivo? Hacerle un reportaje para la revista Esto es El Ascenso a Carmelo Santoro, quien por entonces, con 82 años, era el presidente de mayor edad considerando a todos los clubes de la Asociación del Fútbol Argentino. Esta humilde institución que militaba en la última de las categorías afistas, todavía no tenía su denominación actual, UAI Urquiza, que llegaría a través de la fusión con la Universidad Abierta Interamericana. Una vez que ambas entidades se unieron, Urquiza experimentó un importante despegue deportivo. En lo que respecta estrictamente al fútbol, subió en primer lugar a la C, y luego a la B Metropolitana, divisional en la que se encuentra afianzada desde hace varios años, habiendo estado también muy cerca de ascender a la B Nacional.

Sin embargo, en aquel lejano 1994, jamás había conseguido subir de categoría. En cambio, las desafiliaciones por bajo puntaje sí figuraban en su sufrido derrotero por el fútbol de la AFA. La extrema humildad de este club que con tanta lucha y perseverancia seguía afiliado a la Asociación, había sido uno de los disparadores de la nota que fuimos a realizar con Fioravanti. El otro motivo, era el de entrevistar a su particular presidente, quien además de su edad- récord tenía otra marca difícil de superar, pues hasta allí, había sido la única persona que ocupó la presidencia del “Furgón”, apelativo con el cual se conoce al club. Desde el inicio de su mandato, que coincidía con el nacimiento de Ferrocarril Urquiza, habían pasado 44 años…

Cerca del atardecer de un día laborable arribamos a Villa Lynch, la localidad del Partido de San Martín en la cual se halla el estadio de Urquiza, todavía, un modesto escenario al que se accedía por una angosta callejuela que comunica la estación Cnel. Lynch, con la zona residencial de la mencionada localidad. En Cuenca y Laprida –la dirección oficial del club- encontramos a Don Carmelo. Estaba impecablemente trajeado, ya no recuerdo si porque habíamos concertado la entrevista previamente y quería presentarse de esta manera, o porque era su modo habitual de vestir. Lo concreto es que tanto su presencia como su vitalidad y lucidez, impactaban. De sonrisa generosa, Santoro contó detalles de la fundación del club (acontecida el 21 de mayo de 1950) y aspectos inéditos de su vida.

“Desde que el club se fundó, yo soy su presidente. A lo largo de mi gestión, no sé si habrán llegado a producirse quince actos eleccionarios. ¿Por qué? Es que nadie se presentaba, y cuando sí lo hicieron, yo gané por amplia diferencia”, declaró. Santoro ocupaba el cargo de  Jefe de Compras y Suministros del Ferrocarril Urquiza, que a mitad del siglo pasado, todavía se llamaba Central Buenos Aires. Un grupo de empleados ferroviarios efectuó la fundación y él  resultó su primer presidente, en tanto el terreno para albergar a la flamante entidad, fue cedido por Julio Lacroze (hermano de Amalia Fortabat) uno de los patrones de la empresa. Al principio, las instalaciones estaban compuestas por el campo de juego y un vagón de tren que servía como vestuario. Recién 21 años más tarde, en 1970, gracias a algunas mejoras, vendría la inscripción en AFA. Las tribunas, en principio fueron construidas con durmientes del ferrocarril. En 1994, la de atrás del arco que daba a la estación, todavía lo estaba. La otra tribuna, la lateral, ya era de cemento. Además construyeron el buffet, un patio de juegos para niños y los vestuarios, un lujo para la D, ya que contaban con túnel de ingreso al campo de juego, algo que no todos en la divisional tenían.

Don Carmelo relató que su infancia había sido muy pobre. Nacido en el Partido de San Martín, de chico ordeñó vacas en un pequeño tambo familiar. A los 16 años ingresó al ferrocarril. Su situación económica mejoró cuando años después, el gobierno peronista, les otorgó una indemnización a los trabajadores de su rubro. Al margen de lo laboral, el joven Santoro fue un destacado atleta. Según señaló, sus marcas estuvieron muy cerca de los records nacionales de garrocha, 5000 metros y 4000 metros con vallas.

De sus años mozos, seguía conservando una loable agilidad. Prueba de ello, es que le solicitó a Ricardo –que estaba tomando fotos- que le sacara una saltando y chocando entre sí los talones de sus pies, un ejercicio no muy sencillo para una persona de 82 años, pero que él hizo sin mayores esfuerzos.

Durante el reportaje pudimos saber que los socios eran muy poquitos y que la cuota era de apenas un peso. En aquella época, un peso era lo que valían, por ejemplo, una lata de gaseosa o dos alfajores. Ante la pregunta de cómo hacía para competir en AFA una entidad tan modesta, respondió: “En nuestra cancha organizamos campeonatos nocturnos –es inédito que un club de la categoría tenga luz artificial-, lo que ayuda bastante; por otro lado, siempre hay amigos comerciantes que nos dan una mano cuando la precisamos. Si así y todo la plata sigue sin alcanzar, cosa muy común, la pongo yo y a otra cosa. Desde que el club existe lo hago y jamás pedí que me devolvieran un centavo”.

Unos siete años después, trabajando en otro medio, tuve la chance de volver a hacer una nota sobre el viejo Ferrocarril Urquiza. Santoro seguía siendo presidente, aunque su salud estaba ya muy deteriorada. Don Carmelo se mantuvo en el puesto por más de 50 años y poco después falleció. Más adelante, en 2009 se formalizó la alianza con UAI. En 2010, el equipo ascendió a la C y en 2013, a la B. Su estadio se remodeló y pasó a ser conocido como el Monumental de Villa Lynch.

Foto: el ejemplar de la revista Esto es el Ascenso, de mayo de 1994, muestra a un sonriente Carmelo Santoro.

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