EL BUFFET LO SALVÓ DE LA DESAPARICIÓN

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El Círculo Apolo Machain Saavedra se encuentra en Machain y Núñez.

“Luego de la crisis 2001, el club se iba a cerrar. Era una lástima que eso le sucediera a una institución que en marzo cumplió 81 años, más aún porque Apolo cuenta con edificio propio. El presidente, don Osvaldo Ferrán, vino a buscarnos a Darío Rodríguez -actual secretario- y a mí, que teníamos una casa de comidas en Triunvirato y Juramento. Nos ofreció sacar al club del pozo a través de un buffet, que por entonces no había. Aceptamos y en un par de meses esto empezó a resurgir”, cuenta Jorge Maradona, a quien ningún parentesco lo une con Diego Armando ni con Esteban, el célebre médico formoseño.

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Se trata del actual presidente del Círculo Apolo Machain Saavedra. El cargo, lo ocupa hace cuatro años, aunque anteriormente -hace doce- fue vicepresidente del propio Ferrán pero es socio del club desde que su padre lo afilió cuando tenía ¡tres horas de vida!
-Mi viejo jugaba a las bochas acá, en una cancha que ya no existe porque ese deporte se fue muriendo… Pero en una época hasta federados estábamos… Y mi tío fue cobrador ad honorem del Apolo. Toda nuestra familia estaba muy identificada con el club. En mis 61 años, yo viví siempre en la misma casa: Machain y Tamborini. A dos cuadras de esta sede.
Maradona se enorgullece de su rico pasado ligado a la institución y al cambio rotundo que ésta experimentó a partir de aquellos años difíciles. “Estamos contentos por lo que hicimos en este tiempo. Cuando llegamos, comenzamos a llamar a la gente del barrio, a darle otra vida al club, que estaba muy apagado. Hoy, ha vuelto la familia y eso es lo lindo. Tenemos todo para que los chicos se diviertan y uno está siempre cuidándolos. También queremos que regrese la gente mayor, que vengan a jugar al dominó, al ajedrez, a mirar televisión…”
-¿Por qué Apolo casi desaparece?
-Pasó lo que en tantos clubes: la presencia de comisiones directivas que lo único que querían era vivir a costas de él. Y vos a estos lugares tenés que darle, no quitarle. Nosotros, con trabajo, de a poco fuimos revirtiendo la situación. Con la gastromomía logramos que las familias del barrio vuelvan. Ha sido muy ardua la labor de Mariana Ferreyra y Darío Rodríguez.

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-¿Cuál es la fuente de ingresos en la actualidad?
-El buffet paga un alquiler, que representa el 60 por ciento del gasto total. Eso nos permite mantener al club funcionando. Aparte, se organizan eventos, peñas; se le da el espacio a un centro de jubilados que entrega los bolsones de Pami; el salón lo alquilamos para cumpleaños, casamientos, etc. Por supuesto, se cobra mucho menos que cualquier salón y a mucha gente le conviene hacer su fiesta acá. También cedemos un espacio para reuniones, por ejemplo, a padres de colegios. No se les cobra pero las consumiciones que hacen, ayudan al buffet y al club. Y por último, contamos con la cuota social, que cuesta 70 pesos aunque ya anunciamos que subirá a 100. Hay unas 200 personas que la pagan. La mayoría, es gente amiga a la que asociamos cuando regresamos al club, y contribuye con su aporte.
-¿Y más allá del buffet, qué se puede encontrar?
-En esta nueva etapa se pusieron en marcha las fiestas para mayores de 40 años, las clases y los shows de tango. Daniel Nacucchio, nuestro profesor, salió campeón metropolitano y mundial, y ganó torneos en Japón y Australia. Además pusimos actividades como el taewkondo y la escuelita de fútbol, donde los chicos no pagan nada.
-¿Cómo es eso?
-Los lunes vienen unos 40 alumnos y no se les pide cuota porque con los profes se llegó a un acuerdo y ellos, al margen de una gratificación cada tanto, tampoco cobran: los hacen por los chicos. Además de la enseñanza, se les da una merienda y si lo requieren, taller de pintura y apoyo escolar. Pronto intentaremos techar la cancha, porque en verano se mueren de calor y en invierno, de frío. De a poco vamos progresando. Lástima que como el espacio no sobra, es imposible hacer más actividades.

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-¿Cómo repercutieron los aumentos de tarifas?
-En su momento dolió mucho, luego se gestionaron subsidios y parece que eso está encaminado. Tendríamos descuentos en luz, gas, agua. Que te quiten un 20 o 30 por ciento, es importante. Para cuidarnos, apagamos las luces que no son necesarias, la cancha se ilumina solo cuando juegan. Esto es como si fuese tu casa. Lo principal es que no hay ningún tipo de deuda. Ya salimos de esa locura de los aumentos del año pasado y estamos contentos porque cada día se va progresando un poco más.

No es tan frecuente hallar un presidente que, simultáneamente, trabaje en el buffet de su institución. En Apolo, sí ocurre eso, aunque Jorge, aclara que “sólo vengo a dar una mano. Soy cocinero de profesión. Por otra parte, gracias a que estoy acá, muchos amigos vienen a comer y al club le conviene”.
Café de por medio, la charla con Maradona se extiende incluso cuando el reportaje culmina y el grabador se apaga. Los temas giran en torno a cómo han cambiado los tiempos en relación a la época de oro de los clubes y cómo las inquietudes de  los jóvenes y hasta de los adultos, ya tan lejos están de aquel sentido de pertenencia que despertaban las instituciones de barrio. No obstante, al presidente se lo nota fuerte en este nuevo desafío.
Posiblemente, de no haber llegado los clientes de la cena, el diálogo se hubiera prolongado todavía más. Pero cuando las primeras familias comienzan a atravesar el portón de la calle Machain, Jorge pasa del otro lado del mostrador, se calza su gorro de cocinero y coloca toda su atención y energía en el trabajo.
Comprendemos entonces que es momento de partir, no sin antes hacer una recorrida por las instalaciones, reconfortados por haber conocido otra de esas pequeñas-grandes instituciones que luchan por subsistir y no serle indiferente a una ciudad donde todo cambia a ritmo feroz.

 

TRES CLUBES EN UNO

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Una enorme repisa, llena de copas y trofeos, engalana el comedor del club. Jorge cuenta que había más, pero insólitamente, se los han ido robando a través de los años. Ese dato, da lugar a que el presidente revele que el Apolo es en realidad, un club que fusionado con dos vecinos que perdieron su sede. La sumatoria de los trofeos de los tres clubes, es la que decora las vitrinas del buffet: “En marzo de 1936 nació Apolo. En Núñez y Lugones -a dos cuadras- existía otro club llamado Machain. Pero no tenían edificio propio y en 1970 tuvieron que dejarlo. No podían seguir pagando el alquiler. Estaban en un  predio municipal. Tres cuadras, pero para el otro lado, en Plaza y Republiquetas -hoy Larralde- estaba el club Saavedra. En este caso, su terreno era del ferrocarril y también tuvieron que irse. Así se dio la idea de unificarnos, reuniéndonos todos acá. En 1971 se modificaron los estatutos y pasamos denominarnos Círculo Apolo Machain Saavedra”.
Maradona explica que Apolo, tiene la suerte de ser dueño de su propiedad gracias a la bondad de Dante Tesolano, un presidente que la compró y se la donó a la institución: “Los terrenos eran alquilados a dos familias. Originalmente, la sede llegaba hasta la esquina. Al ponerse en venta los lotes, Tesolano adquirió uno de ellos: el actual. Por eso, muchas actividades como el fútbol y el básquet, se perdieron, al acotarse el terreno. Otro gran presidente que tuvimos fue Ferrán, que saneó al club en todo sentido, luego de la terrible crisis de 2000. Don Osvaldo ya era un hombre grande, estaba cansado y nos dejó la posta a nosotros. Hoy tenemos la suerte que Apolo sigue vivo, con su Comisión registrada legalmente y sin deudas”.

 

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