DEPORTE PORTEÑO

CPD

ANÉCDOTAS EN LA ESCUELA DEL CÍRCULO DE PERIODISTAS DEPORTIVOS.

EL “OTRO” GEPU.

Allá por 1990, hubo un equipo de básquet que participó en la elite de la Liga Nacional. Con sede en San Luis, se lo conocía como GEPU, en función de la unión de las siglas Gimnasia y Esgrima de Pedernera Unidos. A medida que en los inicios de la carrera, los estudiantes empezaron a entrar en confianza, aquel seudónimo (GEPU) fue el que recayó sobre un alumno oriundo de esta provincia argentina. De nombre Juan Pablo Rosselló, el muchacho tenía un acento que rápidamente llamó la atención, despertando algunas sonrisas cuando se expresaba con su tonalidad característica. Lejos se sentirse ofendido, “Gepu” toleraba sin problemas el espíritu bromista de sus compañeros de clase. Su simpatía caía bien. Pese a que no era alto de estatura, en cuanto a personalidad no tenía un perfil bajo, precisamente, sino que por el contrario, le agradaba no pasar inadvertido. Eso se veía reflejado, por ejemplo, en el fútbol. Cuando se empezaron a organizar los primeros picados en Palermo, jugaba los partidos, usando calzas debajo de sus pantalones cortos. Por aquella época se había puesto de moda esta indumentaria en el fútbol profesional. Pero lo que llamaba poderosamente la atención no era la prenda en sí misma, sino su color rosado, algo que lo haría acaparador de cargadas durante mucho tiempo.

Ferviente hincha de River, al igual que sus colegas “millonarios”, disfrutó del título obtenido por el equipo dirigido por Daniel Passarella, el 13 de mayo de 1990. Fue la primera vuelta olímpica de una Primera A, acontecida desde el inicio del ciclo lectivo. Aquel domingo River venció 2 a 0 a Estudiantes de La Plata (dos goles de Medina Bello), consagrándose campeón de la temporada 1989/0. Al día siguiente, Juan Pablo ingresó al Salón Versalles y apretón de manos mediante, saludó/felicitó a los riverplatenses del curso.

Con el apoyo económico propiciado por los hermanos Rodríguez Saá, la entidad puntana arrancó en 1990 su exitosa participación en la división superior del básquet argentino. Obtendría dos torneos: 1990-91 y 1992-93. Sin embargo, rápidamente desaparecería de la elite (aunque volvería mucho después, en 2018, a competir a nivel nacional). Más allá de lo ocurrido con el club aurinegro, que dejó de ser nombrado con su frecuencia de antaño, el seudónimo de Juan Pablo Rosselló mantuvo su vigencia, incluso, hasta nuestros días.

PATRÓN DE LA ZONA CENTRAL

La carrera de Blas Armando Giunta se hallaba en pleno apogeo en 1990. Surgido de San Lorenzo, el temperamental volante llevaba ya varios meses en Boca. Su garra se destacaba en el mediocampo boquense. Titular en el cuadro xeneize, en 1989 ganó con su equipo la Supercopa. También tuvo algunas presencias en la Selección Nacional. Con en este contexto, para aquellos alumnos que a principios del ’90 iniciábamos nuestro camino en el periodismo, fue sorpresivo que el apellido de uno de los nuevos estudiantes, fuera, precisamente, Giunta. En este caso, su nombre de pila era Leonardo. Pero lo que mayor impacto causó fue que, paralelamente a la gran identificación de Blas Armando con Boca Júniors, el joven Leo, rubio y de ojos celestes, fuese un acérrimo simpatizante de River Plate. Por otra parte, el lugar que escogió para ubicarse, era la zona central del aula, coincidencia que -al menos quien esto escribe-, no pasó por alto.

A su izquierda se sentaba Alejandra Yebra. Alta y de pelo castaño, era una de las seis mujeres del curso (en cambio, había más de treinta varones). La relación entre ambos llegó a ser tan amistosa, que cuando Leo cumplió los 18 años, y pese a que muy poco hacía que habían comenzado las clases, ella le regaló una torta. Se la entregó mientras Giunta estaba sentado en su pupitre, ante las miradas de asombro de, quizás, más de un compañero, y seguramente, la sorpresa del propio cumpleañero.

Pero la continuidad de la simpática Alejandra se prolongaría por apenas poco tiempo más, ya que no llegó a finalizar el primer año de los tres que duraba la carrera. Entretanto, Giunta siguió cursando. Y cada vez que su intervención lo ameritaba, de parte de algún jocoso que nunca falta, oía la repetitiva consigna con la que la hinchada de Boca solía alentar a su homónimo, el batallador futbolista, y que arrancaba con ese “Giunta, Giunta, Giunta…” bien punzante.

Leave a Reply