DEPORTE PORTEÑO

Pascutti_Tigre

NOTA DE TAPA EN VILLA DEVOTO.

En forma casi simultánea al cumplimiento del primer año de la revista Esto es El Ascenso, junto a Ricardo Fioravanti, emprendimos un atractivo desafío. Aprovechando que por aquella época ninguno de los dos tenía un empleo fijo y, por ende, tampoco problemas de horarios, espontáneamente armamos una mini-sociedad (sin ponerle ese nombre) a través de la cual recorrimos diversos sectores de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, con el objetivo de buscar publicidad y hacer notas “fuertes” para la revista.

En el aspecto periodístico, la primera entrevista se la hicimos a Alberto Pascutti. El Beto, acababa de ser campeón de la B Metropolitana con All Boys, pero rescindió su contrato con la entidad de Floresta. Estaba disgustado con los directivos y, con 34 años, barajaba la posibilidad de retirarse, dejando atrás una fructífera trayectoria en el ascenso. En sus últimos cuatro clubes había dado tres vueltas olímpicas: Morón y Laferrere, además de All Boys (no se le dio con Chacarita). Importante referente futbolero, era un jugador que no se andaba con vueltas a la hora de declarar. Sería una excelente nota, pensamos, seguramente, con Ricardo. Y no nos equivocamos. Pero claro, a mediados de 1993, entablar el diálogo con alguien al que no se conocía no era tan fácil. Primero había que conseguir el teléfono de línea del entrevistado (si es que tenía), luego llamar a la casa, esperando que estuviera allí o, si no era así, que un familiar le avisara que lo estaban buscando. Todo este proceso podía desembocar en situaciones variadas y durar días o semanas. Una demora insólita, comparada con el ritmo vertiginoso que la tecnología le otorga a las comunicaciones de hoy.

Sin embargo, la entrevista con Pascutti se resolvió de manera más rápida de lo esperado. ¿Qué pasó? Con Fioravanti solíamos ir a la AFA, y de tanto frecuentar el edificio de la calle Viamonte, conocimos a Ángel De Bella, quien había sido presidente de All Boys. Una noche lo encontramos a la salida del ascensor y le preguntamos si nos podía conseguir el contacto de Pascutti. Para nuestro asombro, metió la mano en el bolsillo y extrajo un papel (ni siquiera una agenda) donde tenía anotado el número. Creo que al principio dudé: ¿sería el teléfono del Beto? Es que todo había sido tan raro… Horas después llamé y, en efecto, había coincidencia. Enseguida, arreglamos la entrevista para la semana siguiente, en el hogar que el ex All Boys compartía con su esposa Norma y sus hijos Pablo y Marcelo.

Una mañana de invierno, en el auto de Fiora (el Fiat 128 celeste), nos dirigimos al domicilio de Pascutti. Al arribar a destino –una tranquila calle de Villa Devoto- y tratar de estacionar, comprobamos que el Beto estaba saliendo de su casa. Cuando vio el auto de Fiora detenido en doble fila, desconcertado, quiso saber qué pretendía hacer. De inmediato le explicamos que íbamos a verlo a él para reportearlo. ¡El Beto se había olvidado! Y si hubiéramos llegado o si él salía sólo unos segundos más tarde, la nota no se habría realizado, por lo menos en ese momento. Una vez que recordó nuestra charla telefónica, sin ningún problema, accedió a ingresar nuevamente y concretamos la entrevista. Sentados a la mesa del comedor, café de por medio, habló “sin casette” . También estaban presentes su esposa y Pablo, su hijo menor, de doce años.

La conversación fue muy amena. Entre otras cosas, el talentoso volante dio a entender que el punto final a su larga trayectoria como jugador estaba muy cercano, y que de no jugar en Tigre –había recibido una oferta de la entidad de Victoria- probablemente colgaría los botines. El reportaje fue nota de tapa, con este título: “Pascutti, entre Tigre y el retiro”. El Beto nos facilitó todavía más la tarea de producción cuando fue a buscar una vieja remera de Tigre que años atrás, le había obsequiado su amigo Víctor Osés Lamela, y posó con ella. Días después de la visita a Villa Devoto, se cristalizaba el acuerdo, para que Pascutti se calzara la casaca azul y roja en forma oficial. Ese fue su último club como futbolista, ya que muy pronto, en Almagro, comenzó una carrera de técnico que sería todavía más extensa de lo que duró su etapa con los pantalones cortos. En la nota declaró: “Cuando cuelgue los botines, sí, seré técnico. Estoy haciendo el curso, aunque hace años que manejo planteles, los muchachos me escuchan y me creen”.

Y así fue… El tiempo, hizo el resto: Pascutti unió sus dos trayectorias –futbolista y entrenador- con lo cual solidificó su condición de auténtico símbolo del fútbol del ascenso.

Foto: Mediados de 1993, revista Esto es El Ascenso. Pascutti, su hijo Pablo y la camiseta de Tigre.

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